Las calles permanecen casi desoladas, los hogares cerrados y si nos cruzamos con alguien solo se alza la mano, en señal de saludo, pero con distancia. Vivimos asustados y cuidándonos de un enemigo invisible, que en silencio nos ataca.

Pasan las horas mientras la radio sólo habla del virus, la televisión de la epidemia y las plataformas virtuales del coronavirus, pero por muchos sinónimos que se utilicen para nombrarlo, causará en nosotros la misma sensación de angustia.

Es inevitable percibir que la humanidad sufre en estos días. Llegamos a un punto en el cual no importa si eres del primer o del tercer mundo, no interesa si vives en un país socialista o capitalista, no tiene valor pertenecer a una religión o a otra; todos somos vulnerables al contagio del virus.

En consecuencia, se incluye una nueva pieza a nuestro atuendo diario, el nasobuco, que unido al lavado constante de las manos representan las principales medidas sanitarias para combatir esta epidemia.

Por otra parte, ¿qué hacer en estos ociosos días de cuarentena?, es la principal interrogante que abruma a gran parte de la población. Utilicemos este tiempo para compartir en familia, leer ese libro que alguna vez comenzamos y nunca conocimos el final, pensar en cómo será nuestra vida cuando termine esta etapa.

Estos son los momentos en los que valoramos a las personas que están a nuestro alrededor y cuán importante son los pequeños gestos como un beso en la mejilla o el abrazo de un buen amigo. Debemos resistir y superar esta situación, para ello mantengámonos informados y practiquemos las medidas sanitarias estipuladas por el Ministerio de Salud Pública. No perdamos la calma y quedémonos en casa.