En las complejas circunstancias que impone la global pandemia del COVID-19 que a todos en el mundo azota, La Habana sigue reflejando en todo su esplendor el carácter generoso y solidario de su gente. No existe un barrio capitalino en el cual no se constate la laboriosidad de sus residentes en la confección de nasobucos y la preocupación general por cumplimentar las medidas higiénico-sanitarias y los pesquisajes efectuados de manera cotidiana por médicos de la comunidad a modo de prevención, y contención de la propagación del letal virus.
Los habitantes de esta maravillosa ciudad que cuenta hoy con menos movilidad que en tiempos normales precedentes, no han perdido su esencia profundamente humana, esa que se observa en las localidades, entre vecinos, los cuales a pesar del distanciamiento social indicado por las autoridades sanitarias y que demanda esta pandemia, están al tanto del estado de salud y las necesidades básicas de la población local más vulnerable; ancianos, niños y personas con padecimientos crónicos o enfermedades oportunistas.
Se constatan modistas y amas de casa empeñadas en elaborar nasobucos de cualquier retazo de tela que puedan encontrar o haber sido donados por otro compatriota. Igualmente se aprecia mayor nivel de conciencia alrededor del COVID- 19, la inmensa mayoría de los ciudadanos está al tanto de las informaciones que brindan los diferentes medios de comunicación del país, particularmente las declaraciones y medidas que se anuncian a diario en la Conferencia de Prensa de las 11.00 am y en las Mesas Redondas orientadas al tema, con participación de autoridades de Salud y de directivos de varias estructuras del Gobierno.
A pesar que en determinados momentos se constatan grandes colas para adquirir productos de gran demanda como el pollo, aceite, y artículos de aseo, prevalece en los trabajadores de comercio y lugares de servicios u otros centros de trabajo la responsabilidad y disciplina, así como la observancia de las medidas indicadas; la desinfección con hipoclorito de sodio por parte de empleados y clientes que hacen uso de las instalaciones, mantener la distancia entre las personas, y en todos los casos llevar la protección adecuada, como el nasobuco, de manera que evitemos cualquier posibilidad de enfermarnos.
Así mismo, respetar los horarios establecidos para la colocación de la basura en los contenedores contribuye al saneamiento de hogares y comunidad.
Y en los lugares que aún existen extranjeros hospedados en la capital (hasta tanto puedan ser trasladados o salgan del territorio nacional) deben seguir redoblándose las medidas de control con vista a preservarles su salud y a los residentes o los contactos de estos, siempre con la generosidad característica de este aguerrido pueblo.
Si tu actividad social, por su importancia en el contexto actual precisa de tu presencia en el centro laboral no descuides las indicaciones sanitarias y de protección establecidas. ¡Cuídate tú y con ello a la familia, compañeros de acción, y demás allegados!
Resulta perceptible la comprensión de los capitalinos y todos los cubanos de la necesidad de evitar salir a la calle solo lo indispensable, y mantener la ecuanimidad ante cualquiera de las disposiciones emitidas, las cuales están encaminadas a salvar vidas.
¡Quédate en Casa!