El planeta Tierra no está en el centro del Universo, ni los seres humanos somos su centro. Nosotros, junto con el resto del mundo natural, estamos interconectados dentro de una red más amplia de vida. Por ello, cuando la Madre Tierra nos hace un llamado, definitivamente nos pide que actuemos para protegerla. Este es un mensaje de la Organización de Naciones Unidas (ONU), al conmemorar este 22 de abril el Día Mundial de la Madre Tierra.

La pandemia de la COVID-19 nos ha demostrado que la salud de la especie humana está íntimamente relacionada con la salud del planeta. El maltrato de las personas a la Tierra, la pérdida de biodiversidad, la deforestación, la producción agrícola y ganadera intensiva, son factores que pueden aumentar la transmisión de enfermedades infecciosas de animales a humanos.
Cada año aumenta la cantidad de plásticos en los océanos y se vuelven más ácidos. El calor extremo, los incendios forestales y las inundaciones, así como una temporada de huracanes en el Atlántico que ha batido récords, han afectado a millones de personas. Ahora nos enfrentamos a una pandemia sanitaria mundial con una fuerte relación con la salud de nuestro ecosistema.
El deshielo de los polos, la extinción de innumerables especies de animales y el deterioro de su hábitat, la deforestación de millones de hectáreas de bosques o los elevados niveles de contaminación son otras muestras de las consecuencias del maltrato a nuestro planeta.
Estos hechos, junto al creciente comercio ilegal de vida silvestre, son puntos clave que ponen de manifiesto la emergencia climática que sufre la Tierra, lo que puede aumentar el contacto y la transmisión de enfermedades infecciosas de animales a humanos (enfermedades zoonóticas). Por ello, la conmemoración de 2021 se centra en este asunto, con un llamado a la acción para afrontar este enorme desafío para el futuro de la humanidad.
La emergencia climática es una de las cuestiones clave a las que busca hacer frente la Agenda 2030 de Desarrollo sostenible de las Naciones Unidas. Fue en 2015, con el Acuerdo de París sobre el cambio climático, cuando todos los estados miembros de la ONU aprobaron 17 objetivos como parte de la Agenda 2030 en la cual se establece un plan para alcanzarlos en un periodo máximo de 15 años.
De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), una nueva enfermedad infecciosa emerge en los humanos cada cuatro meses. De estas enfermedades, el 75 % provienen de animales. Esto muestra las estrechas relaciones entre la salud humana, animal y ambiental.
Por esta razón, del medioambiente depende, de manera directa, la salud del planeta y los más de 7 700 millones de personas que vivimos en él. “Restaurar nuestros ecosistemas dañados ayudará a acabar con la pobreza, combatir el cambio climático y prevenir una extinción masiva”, sostiene la ONU.

COVID-19 y el medioambiente
Lamentablemente el impacto positivo que generó la COVID-19 sobre el medioambiente, ya sea a través de la mejora de la calidad del aire o la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, fue solo temporal, pues se debió a la trágica desaceleración económica y la inactividad humana, sobre todo al inicio de la pandemia.
Sin embargo, según la ONU, desde 2020 el uso de plásticos ha aumentado de manera extraordinaria, con miles de millones de mascarillas, guantes, desechos médicos y empaques de comida para llevar. Su incremento ha sido tal que los sistemas de reciclaje han colapsado en algunos países. Si no se toman medidas, más del 70 % de este plástico terminará tirado en los océanos y vertederos, y hasta un 12 % será quemado causando contaminación y enfermedad en las zonas más vulnerables del planeta.

Por ejemplo, en Singapur, durante un cierre de ocho semanas, se generaron 1 470 toneladas adicionales de desechos plásticos, a partir de envases para llevar. En Wuhan, China, los desechos médicos aumentaron seis veces, a 240 toneladas por día, sobrecargando la capacidad de incineración de la ciudad de 49 toneladas diarias.
Un solo hospital en Jordania produjo diez veces más desechos médicos por día de lo que normalmente provoca, con solo 95 pacientes con COVID-19. En Teherán, la capital iraní, los desechos médicos de los hospitales aumentaron entre el 17,6 y el 61,9 % durante los primeros meses de la pandemia (de 52 a 74 toneladas por día, a 80 y 110 diarias).
La contaminación plástica impacta el medioambiente marino y las comunidades humanas. En particular, las comunidades vulnerables soportan de manera desproporcionada las consecuencias de la degradación ambiental causada por la contaminación por plásticos, desde la producción hasta los desechos. Estos no solo amenazan los medios de vida de quienes dependen de los recursos marinos para trabajar, sino que también pueden generar una serie de problemas de salud para las personas que consumen mariscos infestados de micro y nanoplásticos tóxicos.
El desafío de los desechos plásticos, que se ha visto agravado por la COVID-19, es una parte importante de la crisis de contaminación global, que, junto con la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, representan una triple emergencia planetaria que debe tratarse mediante cambios masivos en la forma en que la humanidad utiliza los recursos de la Tierra.
A su vez, la manufactura del plástico expone a residentes cercanos a las fábricas, a productos químicos tóxicos de la producción, y a la fuente indirecta de emisiones de almacenes y uso de camiones. Estas instalaciones suelen estar junto a los ríos o aguas subterráneas, que pueden contaminarse y llevar esa contaminación al océano.

Al terminar su ciclo, la mayoría de los plásticos terminan en la basura y convertidos en desperdicio. Incluso, si son descartados correctamente, de todas maneras van hacia el océano. Los vertederos además están ubicados en áreas donde viven las familias de bajos ingresos, exponiéndolos a la contaminación del aire, el agua y el suelo.
Sin dudas, todos afectamos el medioambiente de alguna manera, ya sea por las industrias, los plaguicidas y fertilizantes que afectan los suelos, los desechos de petróleo, la acumulación de basura, los gases que emiten los medios de transporte, la deforestación, la utilización del plástico. En fin son numerosas las formas de contaminación ya sea consciente o inconsciente.
Debe conocer que es necesario cerrar la brecha entre lo que estamos haciendo y lo que debemos hacer para prevenir los efectos más graves del cambio climático. Los gobiernos y las personas no pueden darse el lujo de esperar, porque la Tierra, nuestro hogar, no puede esperar.
En la Carta de la Tierra, se expone que vivimos en un momento crítico, en el cual la humanidad debe elegir su futuro. Para seguir adelante, debemos reconocer que en medio de la diversidad de culturas y formas de vida, somos una comunidad terrestre con un destino común.
La carta nos exhorta a elegir entre formar una sociedad global para proteger la Tierra y cuidarnos unos a otros o arriesgarnos a la destrucción de nosotros mismos y de la biodiversidad. Por eso, si queremos salvar nuestro planeta azul, nos incita a aprender a vivir con reverencia ante el misterio del ser, con gratitud por el regalo de la vida y con humildad con respecto al lugar que ocupa el ser humano en la naturaleza.
Referencias
Ver además: