Hace apenas tres décadas pocas personas podían concebir  que el planeta estuviese expuesto a peligros tan inminentes y crecientes como los que en la actualidad constatamos.

Uno de los estadistas del mundo que primero alertó sobre la gravedad del asunto fue sin dudas el máximo líder de la Revolución Cubana Fidel Castro el cual desde la Cumbre de Río del pasado siglo, en 1992, había convocado a preservar la Naturaleza, evitar su degradación, y con ello salvaguardar la especie biológica más importante de las que interactúan en la Tierra, el hombre.

Sin embargo, la ambición y el consumo desmedido de las grandes potencias, especialmente la administración de los Estados Unidos que preside actualmente el magnate Donald Trump continúa actuando de manera irresponsable, desdeñando acuerdos internacionales alcanzados, aunque exiguos, en cumbres de la Organización de Naciones Unidas sobre el cambio climático, y sus consecuencias.

En los últimos años puede constatarse un vertiginoso aumento de los fenómenos naturales en distintos puntos del mundo. Se han producido terremotos, volcanes, huracanes, inundaciones, sequías, e incendios de grandes proporciones.

Las condiciones atmosféricas del planeta están siendo objeto de sustanciales transformaciones producto de la embestida contra el ecosistema fundamentalmente por parte de países desarrollados que no cesan en su empeño de ampliar el consumo sin regulaciones medioambientales, provocando gases de efecto invernadero que dañan el hábitat y hacen peligrar la supervivencia del planeta.

Por solo mencionar algunos ejemplos cercanos a nuestro espacio geográfico nos remitimos a la isla de Puerto Rico y también de Bahamas que sufrieron la agresividad de potentes tormentas las cuales dejaron miles de víctimas y gran destrucción. Los territorios insulares son vulnerables y continúan siendo amenazados, pero también son visibles estos efectos en otras latitudes.

Una importante área de vegetación en Australia ha quedado totalmente devastada y todavía la población resiste las consecuencias de los colosales incendios, muy superiores a  épocas anteriores. Afganistán, Paquistán, Filipinas, China, Japón, y otros países de Asia han tenido también afectaciones graves a causa de fenómenos naturales, y algunos han tenido que lamentar pérdida de vidas humanas y materiales.

En América se han suscitado como nunca antes vastas precipitaciones, tormentas, movimientos telúricos e incendios considerables como el acontecido en Brasil, zonas del Amazonas. A lo largo y ancho del continente se han presentado además, enormes inundaciones que han provocado derrumbes, muertos y heridos, incluyendo personas arrastradas por la fuerza de las aguas y erosión de tradicionales áreas montañosas. 

Tornados como el que agredió parte de La Habana el pasado año no se había producido jamás en esa ciudad, de amplio diámetro y devastador, precisamente el 27 de enero se cumple un año de esa lamentable catástrofe.

Resulta imprescindible lograr consciencia ciudadana sobre este trascendental tema para la estabilidad, paz y vida en la Tierra. Y es indispensable que los gobiernos asuman con plena responsabilidad y voluntad política la necesidad de alcanzar acuerdos internacionales eficaces y con prontitud los cuales posibiliten minimizar los efectos medioambientales y encontrar solución a este flagelo que  amenaza a la humanidad.