El Día Mundial del Suelo 2019 y su campaña "Detengamos la erosión del suelo, salvemos nuestro futuro" pretende concienciar sobre la importancia de mantener ecosistemas saludables y el bienestar humano, de manera que se tenga en cuenta los desafíos crecientes en la gestión del terreno, y alentar a los gobiernos, organizaciones, comunidades y población en general a que contribuyan a mejorar su salud.

La erosión es la remoción de capas de la superficie por parte de fenómenos climáticos, pero también debido al factor humano, lo cual provoca un enorme daño, prácticamente irreversible, pues solo se puede revertir en un período de mil años. Esto puede provocar consecuencias desastrosas, y si no se actúa ahora, se estima que para el 2050 el 90% de los suelos del planeta estarán degradados totalmente.

El propio clima, como la lluvia, el viento y las grandes sequías, causan una erosión natural, pero su aceleración es resultado de la actividad humana, con acciones inadecuadas que deben cesar como: el sobrepastoreo, la agricultura intensiva y la deforestación.

El sobrepastoreo ocurre cuando una zona es deforestada de manera continua por un grupo de animales, lo que no permite la recuperación del área, debido a que hay personas que practican malas gestiones agrícolas o sobrepueblan lugares donde llevan a su ganado a comer.

La agricultura intensiva es el uso continuo de los suelos para sembrar y así obtener una mayor producción anual. Antes, los suelos podían descansar en los meses de otoño e invierno, o en los períodos muy secos, en espera de la temporada de lluvias. Pero actualmente las empresas y los mercados en general, demandan cierta cantidad de alimentos, lo que ha propiciado el uso progresivo de los suelos.

De igual manera, la deforestación, que no es más que la tala progresiva de grandes extensiones de tierra, ya sea para producir bienes, crear carreteras o cualquier otro tipo de infraestructura civil, así como el crecimiento de las ciudades, están dejando inservibles grandes superficies que se pudieran utilizar para generar alimentos.

La erosión restringe la capacidad de producción, porque al haber menor cantidad de suelos nutritivos la producción agrícola se puede reducir hasta un 50% y los cultivos serán más pequeños y menos nutritivos. También degrada el ecosistema, pues si los suelos pierden su fertilidad, muchos animales y plantas disminuirán o se extinguirán. Además, los suelos degradados generarán sedimentos que irán a los embalses de los ríos, y los obstruirán.

A su vez, afecta al suministro de agua. Un suelo rico en minerales y fértil posee un elevado por ciento de agua. Por ello, los ríos no son absorbidos por la tierra. Pero si el suelo se erosiona y seca, consumirá ese líquido excedente, propiciando menor cantidad de agua dulce disponible para los seres vivos.

Referencias

Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)

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