A preguntas como de dónde llegó a Cuba, cuáles son sus características, por qué es una especie peligrosa y de qué manera podría controlarse el caracol gigante africano, respondieron investigadores en el encuentro de intercambio con la sociedad Academia de puertas abiertas, que cada mes organiza la Academia de Ciencias de Cuba.

El biólogo Luis Álvarez Lajonchere, de la Universidad de La Habana, explicó que el peligro de este molusco radica en que es portador en su baba  y masa de larvas del nematodo Angiostrongylus, que procedente de las ratas puede ocasionar en los humanos meningoencefalitis eosinofílica, que puede provocar la muerte.

Álvarez Lajonchere invitó al auditorio a interesarse por las investigaciones que se han hecho en Cuba sobre el tema y destacó que a pesar de que hay muchos especialistas y técnicos preparados, la extensión y densidad de la distribución y la prolificidad del caracol gigante africano hace que no den abasto.

De acuerdo con el científico, un sector de la población, con excepción de menores y mayores de edad, que se haya informado de manera consciente y responsable puede participar en el control directo y el saneamiento de las áreas afectadas.  “Siempre de manera dirigida, siempre buscando ayuda en los departamentos de control de vectores, sanidad animal y vegetal, va a ser necesaria la participación de sectores preocupados de la población”, recalcó.

Michel Matamoros Torres, investigador agregado del Instituto de Sanidad Vegetal y especialista en malacología, indicó que desde 2016 se lleva adelante un proyecto de investigación de diagnóstico, caracterización del caracol gigante africano,  que involucra a varias instituciones, entre ellas el Museo Felipe Poey, el Instituto de Investigaciones Fundamentales de Agricultura Tropical (Inifat), el Centro de Sanidad Vegetal y la Dirección Provincial de Sanidad Vegetal, así como otros colaboradores como el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, la delegación del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de La Habana y el Instituto de Investigaciones de la Industria Alimenticia (IIIA).

Matamoros se refirió a los daños económicos que esta especie exótica invasora omnívora puede ocasionar a la agricultura. De acuerdo con el experto, la ciencia reporta posibles afectaciones a unos 17 cultivos, entre ellos, fruta bomba, ají, berenjena, plátano y maracuyá.

El estudioso, que estudia esta especie desde su detección en el país en 2014, indicó como método de control el uso de agua con sal o cal el tres por ciento, así como la destrucción de las conchas y el caracol mediante quema controlada, para evitar incendios.

Marlene Veitía, directora general del Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal, llamó  a extremar el lavado de los alimentos que provengan de la agricultura y de las manos, así como a la integración de todos los factores de la sociedad. “El hecho de que transmita la enfermedad, no puede ser un impedimento para actuar contra al caracol, recolectándolo, destruyéndolo, a partir de las indicaciones de los especialistas de sanidad vegetal, que se transmiten en espacios televisivos y otros”, dijo

En el espacio se produjo un rico intercambio entre los investigadores y el público acerca de las investigaciones en curso, la necesidad de acudir a expertos para el control como una forma de evitar que un foco puntual se recoja con personal no entrenado que lleve el problema para otro lugar, así como el uso de este caracol en prácticas religiosas de la religión yoruba, que hasta hace muy poco se desarrollaban sin su utilización. Como la introducción de esta especie y de plantas para uso ritual se produce desde el exterior se llamó a la activa participación de la Aduana en su detección y se precisó que el control de esta plaga demanda de la acción integrada de la comunidad.