El 22 de abril de 1970, millones de norteamericanos reclamaron un medioambiente saludable y sustentable. Desde entonces, el mundo aboga por un mejor planeta, y la Organización de Naciones Unidas (ONU) declaró esa fecha como: Día Internacional de la Madre Tierra, a fin de lograr un equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las personas, para promover la armonía con la naturaleza y el planeta.

El cambio climático es una de las mayores amenazas para el desarrollo sostenible en todo el mundo y es consecuencia de las acciones de la humanidad, que tienen implicaciones directas en la vida de las generaciones actuales y futuras.

De alguna manera todos afectamos el ambiente, ya sea por las industrias, los gases refrigerantes que utilizan los equipos de aire acondicionado y refrigeradores, los plaguicidas y fertilizantes que afectan los suelos, los desechos de petróleo, la acumulación de basura, los gases que emiten los medios de transporte, la deforestación. En fin, son numerosas las formas de contaminación ya sea consciente o inconsciente.

La Tierra y sus ecosistemas son nuestro hogar por eso debemos asumir la responsabilidad de cada uno en su cuidado. El mínimo aporte, por insignificante que parezca, es importante para garantizar la continuidad de las especies y tiene que ser ahora, pues mañana puede ser demasiado tarde.

En la Carta de la Tierra, se expone que vivimos en un momento crítico, en el cual la humanidad debe elegir su futuro. Para seguir adelante, debemos reconocer que, en medio de la diversidad de culturas y formas de vida, somos una comunidad terrestre con un destino común.

Se insta además, la necesidad de unirnos para crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz. En torno a este fin, es imperativo que los pueblos declaremos nuestra responsabilidad con las generaciones actuales y futuras.

Las comunidades están siendo destruidas. Los patrones dominantes de producción y consumo causan devastación ambiental, agotamiento de recursos y una extinción masiva de especies. Los beneficios del desarrollo no se comparten equitativamente y la brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor. La injusticia, la pobreza y los conflictos violentos se manifiestan en cualquier región y causan enormes sufrimientos.

La carta también nos exhorta a elegir entre formar una sociedad global para proteger la Tierra y cuidarnos unos a otros o arriesgarnos a la destrucción de nosotros mismos y de la biodiversidad. Por eso, si queremos salvar nuestro planeta azul, nos incita a aprender a vivir con reverencia ante el misterio del ser, con gratitud por el regalo de la vida y con humildad con respecto al lugar que ocupa el ser humano en la naturaleza.