Como todo pueblo que se respete, Regla y Casablanca tienen sus costumbres y tradiciones, disfrutadas por pobladores y visitantes.

Muchos somos los habaneros que por razones laborales, familiares o simplemente de paseo, atravesamos la bahía en la Lanchita de Regla o Casablanca. Algunos peregrinos también lo hacen para llegar a la Iglesia de Nuestra Señora de Regla y cumplir con la tradición de echar monedas al mar, al pedir algún deseo.

Todos los días, desde el amanecer hasta casi caer la tarde, van y vienen las lanchas hacia o desde los dos poblados, transportando a los viajeros hacia la Avenida del Puerto.

La Lanchita es uno de los medios de transporte de pasajeros más antiguos, debido al trasiego de mercancías que desarrolló la urbe, nacida en las márgenes del pujante Puerto de Carenas con los pequeños poblados ultramarinos de Casablanca y Regla, surgidos en los siglos XVI y XVII, respectivamente.

Foto: Grupo de Fotos de La Habana

Casablanca es un territorio perteneciente a Regla, donde se erige otro símbolo habanero: el Cristo de La Habana. Este poblado comenzó a fomentarse en 1589, cuando en esa parte del litoral se construyó un depósito de la Real Hacienda, el cual siempre estuvo pintado de blanco y terminó dando nombre a la región.

El nombre autóctono de Regla era Guaicanamar; significaba “frente al mar”, y quedó inscrita en la historia el 3 de marzo de 1687, cuando el peregrino Manuel Antonio, natural de Perú, recibió un pedazo de tierra para construir una Ermita a La Virgen de Regla.

Desde principios del siglo XIX, los viajes entre el Centro Histórico de La Habana y las localidades de Casa Blanca y Regla lo comienzan a realizar cerca de un centenar de botes de remos y velas llamados guadaños.
Más adelante, con la introducción de los botes de motor, se convirtió la Lanchita de Regla, en el más rápido medio de transporte público para conectar las vecinas villas de ultramar con la capital, en cualquier época del año.

Foto: Grupo de Fotos de La Habana
Foto: Grupo de Fotos de La Habana

Desde la orilla de la terminal de la Lanchita en Regla, el viajero que llega o aguarda su salida puede apreciar una panorámica y hermosa vista del litoral habanero, en la que sobresalen las cúpulas de edificios emblemáticos como el Capitolio, la Iglesia Ordodoxa Rusa o el Hostal Armadores de Santander.

En solo cinco minutos el viajero cruza la bahía, trayecto que por carretera demora más de 30 minutos en auto.

Resulta uno de los paseos más encantadores que ofrece a nativos y extranjeros la ciudad de San Cristóbal de La Habana, donde los recibe un moderno y acogedor embarcadero que semeja una caja de cristal con armadura de hierro, con sus dos plantas, desde donde se puede abordar la popular Lanchita de Regla, esperarla o despedirla, disfrutando de una vista excepcional.

El Emboque de Luz

Foto: Grupo de Fotos de La Habana

A pocos metros del Paseo de Paula ofrece en la planta baja cómodos asientos, baños, teléfonos, así como rampas para embarazadas y minusválidos. Una cafetería, desde donde se puede disfrutar cómodamente la vista panorámica de la bahía y su entorno, mientras se puede degustar alguna bebida refrescante o alimentos ligeros. Los amplios ventanales permiten tomar fotos increíbles y convertirlas en recuerdos imborrables de una Habana que se muestra, con sus cicatrices y belleza singular, a nativos o visitantes.

Otras informacioes:

Foto: Grupo de Fotos de La Habana
Foto: Grupo de Fotos de La Habana
Foto: Grupo de Fotos de La Habana

Ver además:

Una bendición al camino