El destino de un pueblo no puede estar sometido a los caprichos de terceros, ni dejarse en manos de otros, por más poderosos que estos sean. El destino de un pueblo, su derecho a decidir qué hacer, y cómo y cuándo hacerlo, es solamente menester del pueblo.

Bajar la cabeza ante las amenazas de un imperio, hincar la rodilla en el suelo en señal de sumisión, y mirar temeroso la sombra de quien, látigo en mano, pretende poner el vergonzoso yugo del servilismo, a cambio de recibir una mísera dádiva como recompensa, no es, y jamás será, el proceder de los cubanos. Los sueños no se abandonan porque el imperio así lo quiera; la dignidad no se regala; las conquistas logradas por esta Revolución no se regalan; la libertad ganada al precio de innumerables sacrificios, no se regala.

Ante quienes pretenden arreciar las medidas en contra de Cuba, con la ilusión de vernos pedir clemencia por ser libres, la UNIDAD es la mejor respuesta. Y esa UNIDAD el pueblo de Cuba habrá de hacerla manifiesta, una vez más, este Primero de Mayo, cuando en las plazas de toda Cuba demuestre, una vez más, que pese a todas las carencias existentes, los cubanos nos mantenemos firmes en defensa de la Revolución, con la convicción de la plena vigencia de las palabras de José Martí cuando expresó que "es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes".

Foto: Oscar Alvarez Delgado

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