La palabra innovación está de moda, pero, ¿qué es?, ¿cuál es su alcance? Las definiciones suelen ser muchas. El profesor Jorge Núñez Joven, presidente de la Cátedra de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad de La Habana, quien recientemente recibiera el Premio Francisco de Arango y Parreño, que otorga la Sociedad Económica de Amigos del País, la caracteriza como “la solución de problemas de la práctica social con apoyo en el conocimiento a través de la introducción de nuevas prácticas, tecnologías y sistemas de trabajo”.
Esto significa que no se trata solo de aquellos descubrimientos que se hacen en el ambiente estéril de un laboratorio, sino también en el laboratorio de la vida cotidiana. En la Feria de Innovación para el Desarrollo Sostenible, varias experiencias de La Habana mostraron la diversad de espacios donde la creatividad pone salidas a problemas y necesidades en diferentes ámbitos.
Poner al día con la inteligencia artificial
Rafael Jesús Quetglas Pérez es el especialista en inteligencia artificial del proyecto Gestión científica en el desarrollo educativo, local y comunitario, de La Lisa. “Uno de los fundamentos de este proyecto es la creación de una Sala Digital Inteligente, ubicada en la Casa del Pedagogo de La Lisa, que presenta 14 servicios para 14 públicos diferentes, entre los cuales se encuentran docentes, alumnos y comunidad, además de los profesionales de cualquier empresa".
Parte esencial del proyecto Gestión científica es el desarrollo educativo local y comunitario; la Sala Digital ofrece cursos y asesorías, fundamentalmente a docentes y estudiantes que los acercan a las nuevas tendencias y las tecnologías digitales: realidad aumentada, realidad inmersiva, inteligencia artificial, aprendizaje móvil e Internet de las cosas, explicó el joven.
Al tratarse de un proyecto institucional del Ministerio de Educación, abundó, “tenemos varios programas y folletos para las clases de los estudiantes en sus propias escuelas, elaborados por los docentes de la Sala Digital, casi todos doctores, que se utilizan en los diferentes niveles de enseñanza.
El salón cuenta con una capacidad de 20 personas y está equipado con 20 dispositivos móviles –tablets y teléfonos-, habilitados con las tecnologías mencionadas y que funcionan mediante fibra óptica con velocidad de 10 megas para poder trabajar con Internet.
Este cuenta además con un set de grabación para preparar los spot para el Canal Educativo con los profesores: “mediante un convenio con el canal; ya el profesor no tiene que trasladarse hacia la televisión, sino que puede hacerlo aquí, donde creamos el spot”.
Aunque su público fundamental son estudiantes, docentes y representantes de empresas, uno de los cursos preferidos de la comunidad es el dedicado a darles a las personas de la tercera edad habilidades en las nuevas tecnologías. Esta y todas las iniciativas que desarrollan tienen un notable impacto social y aunque se centra en el público de la Lisa, también se han acercado de Marianao, Playa y hasta del Cotorro.
Iniciativas con ciencia detrás
El Centro de Desarrollo Local y Comunitario (Cedel) agrupó en su stand en la feria a más de un expositor habanero. Según explicó Sandraliz Rafoso Pomar, investigadora agregada y comunicadora, este espacio, de la mano de la Oficina Nacional de Diseño, “fue concebido no solamente desde la investigación teórica, porque nuestro centro trabaja desde la teoría y también en la práctica”. Por una parte, estuvo representada la producción científica con libros y folletos y las innovaciones que tributan en la práctica el desarrollo local del municipio.
De esa forma, se mostraron los municipios, cómo se articulan, cómo mediante la economía circular y el reciclaje se enfocan en aprovechar todo ese residuo sólido en nuevos materiales e insumos, una importante práctica para la sociedad; y la innovación presupuesto participativo, por ejemplo, que son resultados de proyectos de investigación del Cedel y tributan a las diferentes líneas del desarrollo local: la comunicación, económica productiva, medio ambiente e institucionalidad, con el objetivo de “mostrar como desde un punto de vista holístico el desarrollo necesita que todos los actores estén involucrados por una misma causa y una misma ruta de acción” para generar cambios.
Yosvany García Cruz es un trabajador por cuenta propia del municipio de La Habana del Este. Totalmente autodidacta, resultó premiado con una medalla de oro en la II Feria de Desarrollo Local, entre 338 expositores, por sus remolques fabricados a partir de elementos metálicos reciclados. "La línea de mi trabajo es mediante material reciclable totalmente. Existen empresas que reciben guacales y estructuras metálicas que no van a utilizar o ya no tienen las condiciones necesarias, que recuperamos", destacó.

Al responder a la pregunta sobre qué lo motivó, responde: "la inspiración la tuve mirando las necesidades que tenemos. Ahora, en estos tiempos, con el tema de todos los emprendimientos, es muy útil para la transportación tanto de mercancía como de cosas necesarias para cada emprendimiento. Es un proyecto muy útil para esa función y también para la población".
Explicó que esta iniciativa tiene siete modelos diferentes, según sus dimensiones, desde remolques hasta carros grandes. Entre los equipos que llevan la marca YGC Remolques que circulan por la ciudad destacan los que cada día mueven los ciclos del sistema de bicicletas públicas para una movilidad sostenible. El emprendedor aspira encontrar alianzas con empresas para poder incrementar las producciones, que hoy realiza en un pequeño taller en Alamar, en La Habana del Este.
El PDL Bachiplan de Cojímar se dedica también al reciclaje y a transformar en productos útiles lo que otros consideraron basura. Según explicó Marcelo Mayor Hernández, a partir del procesamiento de escombros de demoliciones, fabrican bloques, adocretos, bloques Lego, morteros, yeso y cal, que se comercializan en diferentes tiendas de materiales de la construcción (rastros) en La Habana del Este.

Mayor Hernández sostiene que la calidad de estos recursos está avalada por laboratorios del país y que tienen mucha demanda. "Se emplean en los programas estatales de construcción de viviendas como por personas particulares, con precios diferenciados".
Para procesar los restos de construcciones de este PDL ubicado al final de la Villa Panamericana, en La Habana del Este, cuentan con una planta recicladora reparada por ellos mismos, otra para hacer los polvos, un equipo para mezclar los morteros y las prensas para bloques y adocretos, algunos entregados por el Cedel. "Ya llevamos tres años reciclando todo el escombro que nos recoge comunales, por ejemplo, los del hotel Saratoga, y seguimos procesando, como una contribución a la vivienda y a aprovechar recursos reutilizables", dijo.
Desde la finca La Cañada, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios Camilo Cienfuegos, llegó a la Feria de Innovación el productor Luis González Aroche. La Cañada, ubicada en el kilómetro 21 y medio de la Carretera Central, se dedica a la adaptación de vitroplantas procedentes de la biofábrica de San José de Las Lajas. "Las traemos desde San José para que cumplan su cuarta fase de producción para luego ponerlas en manos del campesinado y de ahí, directo al campo".

Entre las vitroplantas, que adaptan en la finca en un período de 30-45 días, se encuentran variedades de plátano, fruta bomba, malanga, arándanos, sábila, estevia y ornamentales. De acuerdo con el productor, como resultado de este encadenamiento productivo de aplicación de la ciencia que hace la biofábrica, La Cañada atiende al sector agrícola de La Habana, pero también ha suministrado a agricultores de Pinar del Río y hasta de Villa Clara.
"Con esos productores nosotros intercambiamos, aprendemos y vamos fortaleciendo el trabajo en una cosa tan noble como las vitroplantas que más que una profesión es un arte. Incluso, podemos hasta exportar a través de las Mipymes. Si un país nos pide una variedad que necesite se la podríamos producir, lo que representaría ingresos para Cuba".
Acerca de las ventajas de las vitroplantas enumeró que vienen de un lugar con mucha disciplina fitosanitaria, con el objetivo de no propagar plagas y enfermedades y también su elevada calidad y resistencia.
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