Hay un lamento flotando en el aire, la muerte llegó, como casi siempre, de improviso. A los 68 años, decidió era tiempo de silenciar la voz de uno de esos imprescindibles de la locución cubana, un verdadero caballero de la palabra, capaz de buscar el verbo exacto para cada momento.

Sin entrar en groserías, falta de respeto, o elogios exagerados, supo decirle al pan, pan, y al vino, vino. Así era Nixon Fuentes Pérez, el periodista, el hombre de la radio, el compañero de infinidad de coberturas.

Pero más allá de la potencia de su voz, se fue un ser humano a toda prueba, un cubano "jodedor", de esos que son capaces de sacarle una sonrisa al más amargado de los amargados, pero capaz de explotar ante cualquier injusticia. Dicen que el corazón fue el responsable, que le dió un infarto, que esa es la razón por la que no le volveremos a tener presente entre los radialistas cubanos, y por la que en el éter flota un sollozo amargo, como si el llanto de quienes le conocimos, y de aquellos que escucharon su peculiar voz viajara a través de las ondas sonoras.

Hoy, la radio, y el periodismo todo, le dice adiós a Nixon, como todos le decíamos, recordando a aquel hombre que llegado de Holguín, hizo de la radio habanera su razón de ser, sin olvidar, por un solo momento, el terruño donde nació. Hoy, toca quitarnos el sombrero por él, seguros de que, aún cuando la parca nos privó de su presencia, no podrá, por más que lo intente, silenciar su voz.

Ver además:

Falleció en La Habana el periodista Nixon Fuentes