En medio de un escenario donde se multiplican los sitios destinados a la gastronomía, el restaurante La Roca es una muestra de la solidez de la gastronomía estatal, con un servicio de excelencia, sostenida por un equipo en el cual las mujeres han puesto el corazón en la primera línea para garantizar la calidad del servicio.

Isabel Cristina Cuevas Acosta, con 17 años en la dirección de Cimex y, tres, directamente en La Roca, argumenta el impacto de las féminas en este propósito: “Somos mujeres con derecho a salir adelante y dispuestas a enfrentarnos a cualquier dificultad en nuestro medio laboral y familiar. Lo importante es continuar adelante.

“Este colectivo de muchachos y muchachas los hace especiales. Lo bueno es que el cliente sale satisfecho, Todos deben salir a defender este propósito con las explicaciones que conlleva, en los momentos requeridos. De manera que podamos corresponder a las expectativas de nuestros visitantes”.

Taimí Álvarez Borges, capitana de salón, es una joven que demuestra el nivel alcanzado durante años de servicio: “Me encanta este trabajo y agradezco la oportunidad que me ha dado esta empresa de Cimex. Primero, como gastronómica, atendía las mesas. Tuve la oportunidad de estudiar, diferentes cursos que tienen especialidades dentro de la gastronomía y el arte culinario.

Taimí Álvarez Borges, capitana de salón. Foto: Raúl San Miguel

“Ser capitana de salón implica una alta responsabilidad. Debemos estar siempre encima del detalle. Tan solo de ver la mirada del cliente conocer qué necesita. Descubrí mi interés vocacional desde que estudiaba en el preuniversitario. Siempre me gustó esta labor donde se puede servir al público. Mis compañeras son mis heroínas, son mujeres fuertes que vienen a darlo todo. Y lo hacen con una muestra de profesionalidad que las distingue”.

Marta Borges Oria. Foto: Raúl San Miguel

Marta Borges Oria, empleada con solo cuatro años de servicio en este restaurante; aunque es la de mayor edad. “Comencé justo en tiempo de pandemia de Covid-19, a finales del año 2019. He laborado en otros lugares. Aquí me impactó la atención a los trabajadores. Me siento respetada y considerada. Eso me hace sentir orgullosa”, enfatiza y reflexiona:

“Digo que la juventud te inspira. Verlas, mujeres tan jóvenes y luchando, que pueden estar en desacuerdo con muchas que no estudian, ni trabajan y vemos en las calles. Mis compañeras se preguntan: ¿Por qué si nosotras podemos, ellas no? Por ejemplo, aquí llegó un joven de 18 y pude ver cómo se interesaron, el empeño que pusieron para convertirlo en un profesional de este servicio especializado. Eso da orgullo e inspira. Es de admirar”.

EL RETO

Isis Amanda Sarmiento, pianista. Lleva año y medio “trabajando aquí después de tres años de graduada. Es bueno compartir temas musicales que puedan ser disfrutados. Mi repertorio es variado y me divierto trabajando. Me gusta lo que hago. Algunos clientes que llevan mucho tiempo sin venir, cuando regresan preguntan por la “pianista” y eso es un reconocimiento.

“Tocar en vivo es un reto, pero también resulta un disfrute compartido con un público que busca disfrutar de un ambiente apropiado, de una comida bien elaborada, plena de detalles, estética y buen gusto. Lo digo porque convergen dos artes: el arte culinario y la música; además del servicio gastronómico que también debe ser considerado un arte, debido a las diferencias entre las personas que prefieren llegar a este restaurante”.

Isis Amanda Sarmiento, pianista. Foto: Raúl San Miguel

Ian Moreno López. Con sus 16 años de trabajo, casi la mitad de su vida, es cajero. “Me preguntas el ¿por qué soy considerado un líder de este equipo? Lo primero es saber dar el ejemplo ante todos los compañeros y que te respeten. Tener la capacidad de intercambiar con las diferentes personalidades, en función de buscar la satisfacción plena de los clientes.

“Mantener el clímax de excelencia nos obliga a conocer las características de los clientes asiduos a nuestro restaurante, de los que llegan por vez primera y tienen expectativas creadas por las referencias de nuestro servicio, no solo a nivel nacional, sino internacional, conocer los detalles en cuanto a la calidad y variedad de los platos y bebidas en la carta y su presentación, resulta un complemento fundamental.

Ian Moreno López, cajero. Foto: Raúl San Miguel

“Nuestro objetivo es ofrecer la satisfacción de estos visitantes y lograr que regresen. Como parte de la sucursal de gastronomía y recreación de Cimex, nos hemos convertido en un ejemplo a seguir. No como unidad independiente, sino parte de un complejo de establecimientos que están en derredor de la casa matriz: el restaurante La Roca.

“Convivir con nuestras compañeras de trabajo nos obliga a un trato extra. A partir de nuestro comportamiento, es la imagen que ofrecemos al público, que nos observa. Son mujeres las que nos dirigen. Es, por tanto, una exigencia más profesional”.

Leannys Paredes Hernández, una camagüeyana que laboraba en la playa Santa Lucía y lleva apenas unos meses en su especialidad de gastronómica, afirma que se adaptó “muy bien desde el principio. Todo me gustó. Es un buen colectivo, espectacular. Soy madre reciente. Mi hijo Aaron, me obliga a coger el ritmo a mi trabajo como una labor que me permite llevar un sustento a la familia, con el apoyo de mi esposo.

Leannys Paredes Hernández. Foto: Raúl San Miguel

Yainelys Becerra de Armas, lleva quince años de labor. Comenzó de gastronómica. Es bartender. “Un buen día comencé a superarme en los diferentes cursos. Preferí la elaboración de los tragos, la coctelería clásica y luego aprendí los secretos de esta especialidad. Tengo el deseo de preparar un trago que sea creado por mí.

Yainelys Becerra de Armas, bartender. Foto: Raúl San Miguel

“Es un sacrificio. No toda mujer está preparada para estar detrás de una barra. Puedes escuchar miles de historias. Pero lo fundamental es que los clientes estén contentos con mi labor. Tengo una niña de seis años Dianela, le encanta hacer inventos. Cada vez que la traigo hace una coctelería, cositas de ella. Ser mujer es hacer”.

Alberto Valdés López, es muy joven, solo 21 años. Lleva cuatro de trabajo. “Estoy aprendiendo. La bartender es muy profesional. Siempre que quiero aprender un poco, detrás de la barra, me ayuda. Me señala los pasos”. Foto: Raúl San Miguel
Foto: Raúl San Miguel

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