Un extenso reportaje publicado en el sitio web del Ministerio del Interior por el periodista Francisco Arias Fernandes,d estaca la labor de los combatientes del Orden Interior.
Ellos pertenecen al Batallón D o 4, como se le conoce indistintamente en la Brigada de Patrullas de la Dirección General de la Policía Nacional Revolucionaria; son patrulleros destacados dentro de una fuerza que en los últimos meses -como colectivo- ha mostrado los mejores resultados en el enfrentamiento al delito, las ilegalidades e indisciplinas sociales en la capital.
Son protagonistas especiales de las hazañas cotidianas de sus compañeros, a base de sacrificios y jornadas intensas, premiados por resultados concretos y significativos en el descubrimiento y enfrentamiento a hechos graves, rechazados por nuestra población y que atentan contra la seguridad ciudadana, el orden y la economía.
En seis de sus integrantes se reconoce a un Batallón entero, excelentes combatientes que han mostrado versatilidad en el cumplimiento de diversas y complejas misiones, con resultados destacados, en la protección de principales lugares turísticos de La Habana, en las playas, en espacios recreativos de nuestro pueblo, en el enfrentamiento al robo con fuerza y violencia, al tráfico ilícito de drogas, a las salidas ilegales del país, otras veces garantizando el orden o el auxilio imprescindible ante desastres naturales o accidentes.
Sobresalen en el cuidado de la técnica patrullera, defensores de la imagen de la policía, por su trato respetuoso, impecable porte y aspecto, uso correcto del uniforme, del arma y demás componentes reglamentarios que le acompañan en el combate diario. La mayoría residen en provincias lejanas y llevan más de ocho meses sin visitar a sus familiares. Todos son militantes, los cuatro de más edad integran las filas del Partido Comunista de Cuba y dos la Unión de Jóvenes Comunistas.

La subteniente Lidis Moreno Reyes, aún no tenía 24 años cuando decidió en su tierra natal, la histórica ciudad de Yara, en Granma, dar el paso al frente para incorporarse a la Policía Nacional Revolucionaria e integrar a su llegada a La Habana, la Brigada de Patrullas.
En estos más de seis años se ha desempeñado en la Brigada y hoy es la representante femenina del auto patrullero 186; cada servicio de ocho horas en lugares claves de la capital es una página nueva llena de hazañas para una mujer con más fuerza de espíritu y estatura moral, que corpulencia física para enfrentar a delincuentes violentos o con armas blancas. ¿Cómo lo logra?
“Con la preparación adquirida en la Academia de Policías inicialmente y la que he recibido en este tiempo, con el apoyo de mis compañeros, el dominio de la defensa personal, con la concentración en el servicio y el compromiso de cumplir eficientemente la misión, no importa las circunstancias ni la peligrosidad del adversario. Nos preparamos para todos los escenarios y casi todos los he tenido que afrontar”, asegura con la satisfacción de quien acaba de ser estimulada por acciones relevantes sostenidas en la captura de imputados en diferentes delitos, incluidos varios portadores de armas, “a los que enfrenté -concluye- con el arma secreta que nos enseñó Mariana, el valor”.

El teniente Rainier Molero Carrasco, a sus 39 años de edad, ha recibido numerosos estímulos morales, materiales y condecoraciones por 12 años consagrados a la Brigada de Patrullas. Uno de ellos fue su merecido nombramiento como jefe de grupo, responsabilidad a la que llegó luego de que se le impusiera la condición de Elogio a la Virtud por acciones notorias en su desempeño cotidiano, con disciplina y entrega total.
Su grupo combate el delito en el Consejo Guanabo, en la Habana del Este. En las últimas semanas han neutralizado varios robos con fuerza, han capturado in fraganti a delincuentes en viviendas, a otros con armas blancas, drogas y bienes robados. Fue protagonista en la captura de los implicados en un robo de más de 30 colchones en una instalación hotelera, en pleno mediodía, simulando que actuaban en regla, pero con documentos falsos.
“El mayor regocijo, lo que uno aprecia como resultado es que hemos podido disminuir esos hechos en ese territorio, es un buen regalo que le hacemos a la PNR en su próximo aniversario 65, al demostrar una vez más que sí se puede y el pueblo lo agradece. Se respira seguridad y tranquilidad, ese es el objetivo y el fruto de nuestro esfuerzo”, afirmó el bayamés, fiel a su estirpe y ya “con el pie en el estribo” de su carro patrullero 717, a punto de salir para el próximo combate.
El subteniente Geovani Diburt Parra, nació en Santiago de Cuba hace 27 años y lleva una década en la Brigada de Patrullas.

“Entré a la Policía Nacional Revolucionaria por el ejemplo y la enseñanza de mis padres que fueron miembros del Ejército Rebelde en la columna del Comandante Juan Almeida. Desde los 17 años vine para acá y he crecido junto a mis compañeros en las difíciles batallas en que participamos todos los días, y en la trinchera conocí a mi pareja que también es miembro de esta unidad. Ha crecido la familia en el fragor del combate. Con mis padres hablo dos y tres veces al día. La comunicación con mis padres no falla y da energía, a pesar de que llevamos casi un año sin vernos”, expresó.
El porqué de su inclusión entre los seis representativos de las hazañas del Batallón D, lo dice con sencillez y modestia: “No he hecho otra cosa que cumplir con el deber todos los días”. Pero no es un deber cualquiera, el joven ha estado en la primera línea en la neutralización de hechos de acaparamiento de combustible, de robos con fuerza, en la captura de deudores y circulados.
Su compañero, el suboficial Nelson Cobas Martínez, también tiene 27 años, es guantanamero y lleva apenas un año en esta importante unidad, a la que llegó luego de prestar servicios en la Brigada Especial Nacional.

“Como joven tengo el compromiso de combatir cualquier modalidad delictiva que pueda hacer daño a la sociedad. Durante mis horas de vigilancia y patrullaje en la Habana Vieja y Centro Habana, creo que mi granito de arena fundamental ha sido la captura de varias personas involucradas en tráfico ilícito de drogas y que con sus acciones inescrupulosas pueden llegar a afectar a menores de edad, a adolescentes y a consumidores de cualquier edad. Frenar a quienes tratan de propagar la droga es una prioridad para nosotros”, asegura.
Alcanzar la condición de Policía de la Dignidad requiere méritos y horas de desvelo, pero sobre todo una actuación ética, altruista, desinteresada y sobre todo honesta permanentemente, todos los días y a toda hora. Ese es el caso del subteniente Yohannis Santoya Guevara, también de la estirpe de los nacidos en Yara, en la provincia Granma, hace 41 años y con 22 de servicio en las filas del Ministerio del Interior, desde hace tiempo jefe de carro de enfrentamiento en la Brigada de Patrulla.
“Para mi ha sido fundamental lo aprendido en los inicios en la preparación como policía en Granma, las experiencias acumuladas durante estos años, saber observar con la psicología que vas aprendiendo en la interrelación con las personas, para saber discernir con prontitud dónde está el peligro y las amenazas, cómo puede reaccionar un individuo cuando enfrentamos sus ilegalidades o comportamientos violentos y cómo neutralizar sus intenciones”, dijo.

Sus habilidades para la detección de hechos delictivos, su pericia y su dedicación durante el servicio han contribuido a frustrar varios intentos de salidas ilegales del país, robos con fuerza y otros delitos e ilegalidades.
Está en pie de lucha pese a haber sido agredido por un delincuente con un arma blanca por un ojo, hace un año y medio y con la moral en alto, incorruptible, ante múltiples intentos de sobornos de delincuentes que con dinero trataron de esquivar la actuación de la policía. De cuatro mil dólares fue la última oferta, y la respuesta fue enérgica como siempre.
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