Cada 8 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Alfabetización. Fecha que desde 1967 se conmemora para recordar la importancia de la alfabetización en el desarrollo y su papel dignificador de las personas, con particular énfasis para los cubanos quienes lograron, después de una convocatoria de Fidel, realizar una proeza histórica: La Campaña de Alfabetización (1961), que convirtió a la Isla en el primer país
Libre de Analfabetismo en América Latina y que aún se extiende en afluentes solidarios que permitieron alfabetizar a millones de seres humanos en todo el mundo con el método: Yo, sí puedo.
Sin embargo, en 2020 la UNESCO estimaba que había en el planeta 763 millones de personas que carecían de habilidades básicas de lectura y escritura. Si a esto le sumamos los que, incluso pudiendo leer y escribir, son incapaces de comprender o redactar adecuadamente un texto, los números son mucho más alarmantes.
Y son en las regiones más pobres del mundo donde más personas iletradas hay.
Una de las regiones con mayor cantidad de analfabetos es el África subsahariana. Ahí, en países como Burkina Faso y Níger el analfabetismo es de casi el 70 % de la población. Los mismos países que en los últimos meses han tenido movimientos políticos para romper el orden hasta entonces imperante.
Muy distante es la realidad cubana. Cuando el Gobierno revolucionario llegó al poder se encontró con casi un millón de iletrados, entre ellos el 47 % de la población rural. No es de extrañar que una de las primeras tareas fuera la de revertir esta terrible situación.
Desde entonces se ha puesto todo el empeño, no solo de mantener este derecho constitucional y gratuito a toda la población, sino en aumentar, progresivamente, los estándares y los niveles educativos de toda la sociedad con la aplicación, consecuente y progresiva, de las nuevas tecnologías de las comunicaciones
(TIC). No es de extrañar por lo tanto que Cuba tenga uno de los mejores números de la región en todos los
renglones.
EL DESAFÍO
Aun así, queda mucho por hacer. Lograr que, junto a leer, las capacidades de interpretación de lo que se lea se mantengan elevadas sigue siendo un reto.
Las condiciones materiales golpean fuertemente la necesidad de sostener la calidad de la enseñanza, que requiere de importantes recursos financieros y materiales, pero que a largo plazo impacta favorablemente en la calidad de vida de las personas y la sociedad.
Seguir siendo un bastión de la educación constituye hoy uno de las principales tareas del Gobierno, a solo una semana de haber inaugurado el nuevo curso escolar 2023-2024 en todo el país, con más de 200 000 estudiantes que regresan o comienzan en toda La Habana su andar por el conocimiento. Un curso marcado también por las dificultades, significa otra vez el comienzo en septiembre, luego de las adecuaciones obligadas por la pandemia, y del curso lectivo de 46 semanas.
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