Mujeres veteranas y jóvenes en el arte de las agujas de La Habana y Mayabeque se reunieron en el II Encuentro de Tejedoras Habaneras, en el Centro Histórico de la capital cubana.
Esta cita nace como una iniciativa de los emprendimientos Chulita teje y Tejidos Leyda y tiene como pilares fundamentales la visibilización y el rescate de la tradición de los hilos y las agujas, como forma de empoderamiento, emprendimiento y proyecto de vida, respondió Karla Dedieu, de Chulita teje, una de las coordinadoras del evento.
Con objetivos como establecer vínculos dentro del gremio de tejedoras, visibilizar las diferentes manifestaciones del tejido, mostrar a los públicos diversos emprendimientos, liderados principalmente por mujeres; y formar parte de la red de desarrollo y consumo local, en el Museo Casa de la Obra Pía participaron 21 formas de gestión no estatal, entre trabajadoras poe cuenta propia, artistas independientes y proyectos de desarollo local y familiares, algunos por primera ocasión.
Mediante el intercambio, la socialización, conferencias y copia de materiales audiovisuales sobre confecciones y técnicas, el encuentro se propuso también brindar herramientas que permitan la utilización del tejido como forma de esparcimiento, terapia y sostén económico. En esa línea, incluyó una clase para personas que desean iniciarse en el mundo del crochet, el macramé
Jennifer Álvarez, fundadora de Tejidos Leyda, un proyecto dedicado al arte del crochet destinado a la infancia, declaró: "estamos súper felices de lograr el segundo encuentro, ya el primero era un sueño, pero poder seguir con la iniciativa es lo máximo".
A la segunda edición, dijo la también coordinadora del evento, acudieron "varios emprendimientos que no habían estado en el primero, con representaciones de calzado y flores tejidos, así como la técnica miñardí -crochet con gancho-, y tejedoras que primera vez participan en un evento y nunca se habían enfrentado a una feria".

Diversidad
Solains Fernández, de B Positivo, cuyas creaciones son exquisitas, es de las tejedoras que se sumaron en 2022 al primer encuentro. Sobre esta segunda temporada expresó: "me parece fenomenal que las tejedoras nos unamos, compartamos experiencias, presentemos nuestras piezas e intercambiemos".
Para la artesana y profesora, la creación de un movimiento de tejedoras es necesario porque muchas técnicas de tejidos están desapareciendo por completo y tenemos que motivar a las nuevas generaciones y mostrarles que en este arte hay belleza, entretenimiento, nuevas técnicas y también un sustento económico".
A diferencia de Solains, Yanesty León Fernández, trabajadora de la cadena de tiendas Caracol, se acerca al grupo y su iniciativa por primera vez. Según cuenta, aprendió a tejer desde niña y siempre le llamó la atención y la desestresa. "Después de la pandemia, cuando se empezaron a poner las cosas tan difíciles en la economía, decidí recuperar suelas con el tejido y empecé a investigar y a incursionar y me encantó... los primeros zapaticos me los hice para mí, después empecé con la familia y entonces los vecinos empezaron a mirar y dije: bueno, vamos a ver con las ventas de garaje y los puse en una sillita en la en la casa y tuvieron buena aceptación", dijo León, madre de tres niños.
Son exclusivos, fuertes y cómodos, sobre todo para las personas mayores y quienes tienen problemas de lifangitis, porque pasan trabajo con el calzado adecuado, comentó.
Entre los proyectos que se sumaron por primera vez estuvo Las arañitas de Mercy, de Catalina de Güines.
Yoany Hernández Camejo es heredera de una larga tradición familiar de tejedoras a crochet y teje desde los seis años. "Tejían mis dos bisabuelas, mi abuelita, mi mamá, que es Mery. Las arañitas de Mery somos mis tres hermanas y mi mamá y la niña que la tengo incursionando en el modelaje", dijo.
Además de tejer con cualquier tipo de hilo, enseñan el arte del tejido a niñas con dificultades en el aprendizaje en la Casa de la Cultura de Catalina. "Son niñas que tal vez no van a tener un futuro laboral, por su dificultad para los estudios, pero que han aprendido a hacer trabajos preciosos a crochet". Yoani revela otro secreto: en un curso organizado por la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Jagüey, aprendió a hilar hilos de seda, que ya emplea en algunas piezas, a la vez que hacen bisutería con los capullos.
Los vestidos en miñardí de Rosa Xiomara Valdés Sanabria causaron sensación en el desfile del II Encuentro de Tejedoras Habaneras, donde se exhibieron prendas de vestir y accesorios. Con 68 años, Rosa Xiomara teje desde los 10 y es integrante del Fondo Cubano de Bienes Culturales y venden sus piezas en el Bazar de Obispo y en una tienda de artesanías en Capdevila, municipio Boyeros.

"Estoy jubilada y me dedico al tejido, a veces amanezco tejiendo mis piezas, que son más apreciadas por los turistas. Hago varias piezas: vestidos, juegos de short, bikini, trusas, mallas para la playa, sombreros, bolsos, sobrecamas, de todo, yo te tejo cualquier cosa", aseveró, con la experiencia de casi seis décadas de la mano con las agujas.
Por primera vez en el encuentro, señaló que a su mesa se acercaron muchas personas que al ver los pañuelitos con bordes tejidos comentaron "eso los tenían nuestras abuelas". Al respecto, consideró muy importante que las muchachas jóvenes se dediquen al tejido y que hagan estos talleres y "para que podamos rescatar las tradiciones de la artesanía cubana".
Trabajadora social en el Hospital Universitario Salvador Allende, en el Cerro, y estudiante de rehabilitación en salud, Marcia Robinson, de 26 años, encuentra tiempo para tejer, un arte que le enseñó una de sus profesoras de la secundaria. "Estoy apenas empezando, es mi primera exposición y mi proyecto se llama Micky Crochet. Tejer me aporta tranquilidad y libertad creativa", dijo.
Sachy Rodríguez Chávez, de la iniciativa Sachet, aprendió a tejet viendo fotos y tutoriales por Internet y se comunicó con Tejidos Leyda para pedirles consejos y enseñarles lo que estaba haciendo. "Fue Jennifer quien me avisó de este evento y como por la primera vez hay que empezar, esta es mi primera experiencia, exponiendo mis trabajos como tejedora. Me he sentido muy bien, porque a las personas les ha gustado lo que hago", dijo.
Ante el estrés de las consultas y la vida, Elianne Ramírez, ginecóloga, teje. "Mi emprendimiento es Chiqui Crochet y lo hago en mis tiempos libres. He ido acumulando piezas, me puse en contacto con las personas de de Chulita Teje y decidí hacer mi primera exposición. Sobre el encuentro, comentó: "me ha encantado, no tiene comparación, nunca pensé que fuera así y algo que empezó como un sueño, ya verlo hecho realidad me ha dejado sin palabras", dijo Ramírez, quien antes tejía ropa y tapetes y hoy prefiere los amigurumis, los muñecos tejidos. "Como estoy escasa de tiempo, los hago por encargo", compartió.
Perspectivas
De acuerdo con Dedieu, el interés por realizar el encuentro en el Museo Casa de la Obra Pía tiene que ver con su tradición con las manualidades, sobre todo textiles, de las que atesora una colección muy importante de textiles antiguos, así como por su trabajo con mujeres en situación de vulnerabilidad.
"Queremos en futuro unirnos al museo para seguir trabajando. Nuestro fin es que las personas empiecen a crecer un poco más el tejido en general y se pueden lograr otras cosas", dijo la creadora de Tejidos Leyda.



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Les agradecería mucho tener contacto con las tejedoras y seguir aprendiendo...me hace muy feliz..gracias!!!