Hace tres años La Habana lloraba a uno de sus mejores hijos y los habaneros comenzaron a extrañar al guardián de su patrimonio. Porque aunque digan que no se ha ido, Eusebio Leal se extraña en cada calle de esta villa. Ni el tiempo podrá borrar de la memoria de los capitalinos todo lo que hizo Leal por esta ciudad, ni los habaneros permitirán que su espíritu caiga en el olvido.

Precisamente, en el tercer aniversario de su fallecimiento, sus discípulos, colaboradores, amigos y pueblo que admira su obra le fueron a rendir homenaje. Fue una pequeña peregrinación desde la entrada del Palacio de los Capitanes Generales –donde se encuentra su estatua que saluda al caminante-, hasta el jardín posterior del Convento de San Francisco de Asís, donde se encuentran sus restos.

Foto: Ernesto Ustariz

El primer secretario del Partido Comunista de Cuba en La Habana, Luis Antonio Torres Iríbar; y la Gobernadora, Yanet Hernández Pérez, encabezaron el sencillo homenaje llevando en sus manos flores. El primero con un ramo de rosas blancas para Eusebio, la segunda, con uno de flores rosadas para la madre del eterno novio de La Habana, que descansa a su lado.

En el homenaje participaron admiradores de su obra, desde los empleados comunes de la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC), hasta el Héroe de la República Antonio Guerrero. Pero especial protagonismo tuvieron los científicos del Centro de Ingeniería, Genética y Biotecnología (CIGB), que participaron en la creación de la vacuna Abdala, con su directora, la doctora Marta Ayala, al frente. Y es que este homenaje tuvo como hilo conductor a José Martí, “ese misterio que nos acompaña”.

Y como la mejor manera de decir es hacer, el mejor homenaje a Leal es continuar su obra. Siguiendo esta idea, los científicos creadores de Abdala, junto con el Primer Secretario y la Gobernadora, se dirigieron a Zulueta 464 a inaugurar el Centro Cultural Abdala-Espacio en Movimiento.

Esta institución, a un costado del Teatro Martí, une con una especie de hilo martiano aquel poema épico sobre los guerreros de Nubia hasta los guerreros actuales enfrentando vicisitudes. Y como máximo ejemplo, ahí estuvieron los creadores de Abdala, la vacuna que también nos salvó.

Aunque este centro no está totalmente concluido, pues faltan algunos elementos para estar plenamente operativo, se quiso aprovechar esta fecha para homenajear tanto a Leal, a los científicos y, por supuesto, a Martí.

La directora del CIGB, Marta Ayala, fue la encargada de cortar la cinta que dejaba oficialmente inaugurado el Centro Cultural Abdala. Foto: Ernesto Ustariz

Aunque inicialmente estaba pensado para acoger las oficinas socio-administrativa­s del Teatro Martí, poco a poco fue ampliando su objeto. Primero fue recuperar un edificio que estaba en muy mal estado, y reubicar a las cuatro familias que aún vivían ahí a otros lugares de La Habana Vieja con todas las comodidades. El mural de Rita Longa fue uno de los elementos que preservaron con mayor celo, supervisado directamente por Eusebio Leal, así lo cuenta la inversionista principal, Mariela Mulet, de la OHC.

A cargo de la parte artística está Noel Bonilla-Chongo. Él nos cuenta de la función de este nuevo centro, destacando el vínculo con la comunidad, para los cuales se impartirán talleres de danza. Con cerca de 15 espacios dedicados a galerías de artes plásticas, la investigación, los ensayos y el archivo del Teatro Martí, pretende exponer el proceso creativo de las obras antes de llegar a escena, más que la obra terminada en sí.

Aquí encontrarán espacio grupos danzarios –como la Compañía Flamenco Ecos, una de las primeras en estrenar el tabloncillo-, ganadores de becas y premios de la Asociación Hermanos Saíz y creadores de todo tipo, quienes harán permanente homenaje a Eusebio Leal y José Martí.

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