El 9 de mayo de 1920, en Media Luna, Manzanillo, nace Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley, en el seno de una familia numerosa pero de relaciones constantes, cercanas, y cargada de afecto y cariño.
Su infancia transcurrió en medio de mucha dicha y comprensión, influyendo de forma positiva en su formación, exenta de dogmatismos, convencionalismo, prejuicios y rigideces, por la personalidad de su padre, hombre de ideas avanzadas, y por su madre, siempre alegre y cordial.
El amor a la Patria y a sus hijos más pródigos fue siempre un sentimiento que marcó la vida de su padre, el doctor Manuel Sánchez Silveira a quienes desde pequeños acostumbraba sentarlos a su alrededor y leerles obras de aliento político y páginas de grandes escritores y poetas.
Su personalidad y principios sólidos, dejaron una huella palpable en el carácter de Celia y en la sensibilidad y pureza que la caracterizaron a lo largo de su vida.
Fue una de las dirigentes más destacada de la lucha clandestina en el Oriente del país, sobresaliendo por su inteligencia y audacia, así como por excelentes dotes organizativos y ejecutivos, convirtiéndose poco a poco en el enlace entre la Sierra y el llano.
Diversos seudónimos utilizó durante los numerosos episodios de la lucha revolucionaria.
Junto a Fidel en la Sierra es uno de los principales baluarte como enlace y guerrillera. Tiene el mérito histórico de ser la primera mujer combatiente del Ejército Rebelde.
No pocos combatientes pensaron que no podría soportar las penalidades de la vida guerrillera, aquella mujer de apariencia frágil, o que su presencia sería un estorbo para la movilidad y desenvolvimiento general de la tropa.
Con el tiempo se percataron de que se había incorporado un combatiente capaz de resistir con tanta o más entrega que muchos de los hombres.
En carta que le enviará Fidel el 22 de junio de 1957, tres semanas después de su regreso al llano, tras el combate del Uvero le expresó: "aquí guardamos un recuerdo tan grato de tu presencia que se nota el vacío. Por muy fusil en mano que ande una mujer en esta Sierra, siempre hace más decentes, más caballerosos y hasta más valientes a nuestros hombres".
La victoria del 1ro de Enero de 1959 multiplicó y llevó a planos superiores las responsabilidades que había cumplido en la Sierra Maestra. Se había ganado la guerra, pero como bien dijera Fidel "en lo adelante todo será más difícil ", por lo que ocupa una posición pública relevante en el gabinete del gobierno revolucionario.
Fue su labor casi siempre deliberadamente anónima y alejada de toda publicidad. Sin embargo, no hay obra de la Revolución que no estuviera tocada por la mano de Celia.

Por eso, al acudir este 11 de enero, a 43 años de su partida física, al Panteón de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en la necrópolis de Colón, donde descansan los restos de combatientes de la Revolución cubana y de una de sus hijas más prodigas, seguirá siendo para los revolucionarios más que motivo de homenaje, de reafirmación y compromiso con la obra a la que le dedicara la plenitud de su vida.
En el rostro de cada mujer están enraizadas sus virtudes que nos permita recordarla para siempre viva y vigente, presente y activa como lo que fue y será en la memoria de todos los cubanos " la más hermosa y autóctona flor de la Revolución".
Presentes en la ceremonia Eliodoro Pérez Reyes, miembro del buró municipal del Partido Comunistas de Cuba en Plaza de la Revolución; Delsa Esther Puebla Viltre (Teté) Héroe de la República de Cuba y vicepresidenta de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC); Víctor Dreke Cruz, presidente de la ACRC en la capital; así como federadas, combatientes, estudiantes y una representación del pueblo capitalino.



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