Muchas son las razones para comenzar este año que cierra un ciclo de intensas jornadas de trabajo y expectativas entre residentes y visitantes de la ciudad-hogar.

La Habana sigue su rumbo sin intermitencias que desvíen los propósitos de sus habitantes.

Nos propusimos eliminar las colas y hemos logrado, al menos, reducirlas frente a los embates de un bloqueo real y genocida impuesto para provocar el éxodo, el desaliento y la ruptura de esa unidad que desde 1868 nos convoca.

Este 2023 inicia con una convocatoria a mantener lo que nos identifica desde el barrio y la necesidad de preservar los valores que nos distinguen y nos hacen compartir esa condición de capital.

Foto: Raúl San Miguel

Muchas felicidades a seguidores y los más de 5 millones de lectores de Tribuna de La Habana, en todas las latitudes, que han compartido este largo período junto a nosotros.

Esta prosa describe cómo sentimos y vivimos las últimas jornadas de 2022. Que nos sirvan de aliento para ser mejores seres humanos en 2023, no de palabra sino de hecho, en nuestros actos para con los demás.

PARA CURARNOS DE LA PRISA

Nuestro mundo se paralizó por minutos, la prisa perdió su rumbo y la calma tomó nuevo significado, dejamos la rutina a un lado y los espacios, antes olvidados, tomaron nuevo esplendor. El ocaso sucumbió a los amores desconfiados, mal heridos, resquebrajados, traicionados y la amistad recorrió caminos ya olvidados, haciéndose más cercana, imprescindible, necesaria.

El deseo retomó el significado de las pequeñas cosas, alcanzó su mejor esplendor para no extrañarnos de lo tangible y lo etéreo que no solíamos ver.

La música no encontró ruidos sumergida en el silencio que la arropó, mientras meditábamos conmovidos, el color de los días que adentro se hicieron largos, el reloj náufrago de sus horas, descontrolado en los espacios que por chicos permitieron ser testigos de otras miradas, otros abrazos, en la espera de regresar más agradecidos, comprometidos con los aplausos anónimos para celebrar la vida de quienes nos cuidaron, agradeciendo estar vivos y extrañando aquellos que sucumbieron al naufragio.

Para cuando regrese la prisa y la rutina habremos aprendido a encontrar nuestro verdadero ser, la calma para alimentar nuestras almas, la amistad y el amor correspondido como siempre debió ser. Para cuando regrese la prisa y la rutina habremos aprendido que haber superado la muerte invita a festejar la vida.

Foto: Raúl San Miguel
Foto: Raúl San Miguel
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Foto: Raúl San Miguel
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Foto: Raúl San Miguel
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