La radio nos informa que ya somos en el planeta Tierra ocho mil millones de habitantes y que en este 2022 Europa se enfrenta a la peor sequía en los últimos 500 años. Oímos estos datos y apenas los retenemos porque el día se nos presenta con una agenda repleta de cosas por hacer a pesar de la magnitud y seriedad de las noticias por lo cual nos decimos que dichos asuntos no nos tocan de cerca.

¿Y la basura del barrio, y el arbolado público y la contaminación del litoral habanero, tampoco entran en nuestro radar de temas importantes? Usted sabe la respuesta: en un ejercicio crítico debemos reconocer que desde lo individual nos preocupamos poco por el medio ambiente. De ahí que sobrecoja tanto que alguien en una rendición de cuenta del delegado del Poder Popular llame la atención sobre la tala indiscriminada en una zona del Nuevo Vedado, en Plaza de la Revolución o que en la Escuela de Secundaria Básica José Luis Arruñada, en igual municipio, los adolescentes tengan un huerto escolar sostenible y que siembren lechuga, acelga y plantas medicinales. Al indagar más concienzudamente esta comentarista conoció que las dos actitudes tienen un denominador común: Alegremia.

¿De qué se trata?

La  Alegremia es un concepto ancestral redescubierto en la modernidad por el doctor argentino Julio Monsalvo. Luego de convivir con comunidades indígenas de su nación lo tomó para sí como sugerencia de buen vivir. Se trata de “alegría que circula por la sangre” cuando tenemos en nuestra vida personal, familiar y comunitaria “las A de la Esperanza”: Aire, Agua, Alimento, Albergue/Abrigo, Amor, Arte y Alma.

La Alegremia nos provee de la facultad de asumir actitudes y rencauzar aptitudes emanadas del amor a la Vida, que si se llevara a la práctica por todos, se vería emerger ese mundo posible del que todos hablan, pero son contados quienes se despojan del argumento antropocéntrico para asumir uno biocéntrico. Vista la realidad de modo sombrío estamos a años luz para que la humanidad revolucione sus actuales valores. Es posible sin embargo, el cambio: se puede lograr una superior salud de los Ecosistemas y por ende de cada uno de nosotros. Mediante esta bella iniciativa se logra vivir en armonía, entre nosotros y con el entorno.

Capítulo cubano

En la labor de concienciación Alegremia-Cuba realiza Peñas mensuales, viajes de naturaleza y festivales anuales, el de 2016 por ejemplo se celebró en la Casa del Alba Cultural, en el Vedado, y contó con la invaluable participación de la fallecida escultora, pintora, poetisa, y psicóloga, Thelvia Marín, quien en esa oportunidad declamó y expuso una muestra de esculturas representativas de los aborígenes cubanos.

Mencionarla a ella y a Monsalvo no es fortuito responde a una solicitud de homenaje hecho a esta reportera por Martha Pérez Viñas, una de los seis coordinadores de Alegremia en la Isla, y también artista visual.

Tal como nos lo explica Martha, Alegremia en Cuba viene a ser como la “articuladora de proyectos medio ambientales”. Hace 10 años que existen en la Mayor de las Antillas y cuenta con seis coordinadores, todos en Cuidad de La Habana: Ella misma, Loreli Lozano Machado, Jorge Daniel García, Rafael Vega (por la Casa de la Música de 31 y 2 en Plaza), Magdalin Justiz y Beatriz Almaguet. El concepto pasa por desglosar diferentes significados de la letra A: “Tomemos de modelo el Agua, eso quiere decir que todos los actores medioambientales que trabajan con el agua pueden acercarse a nuestro Proyecto cuando quieran, se articulan, se conocen”, dice a Tribuna de la Habana, Pérez Viñas.

De izquierda a derecha Magdalin Justiz, Jorge Daniel García Salman y Martha Pérez Viñas, tres entusiastas de Alegremia-Cuba. Foto: Cortesía de los entrevistados

Además nos informa que en estos momentos están trabajando con un grupo en Cienfuegos que promociona y estudia el agua de mar. Antes ya habían interactuado con el Grupo Acualina de la también fallecida Ángela Corbea, quien incluso logró insertar en la televisión nacional un lindo spots para fomentar una mayor conciencia para el manejo sostenible del mar.

Más adelante la entrevistada explica que Alegremia educa a un Círculo de Interés de la Escuela Secundaria Básica José Luis Arruñada, y ha sido tan grande el éxito que la Casa de la Música de la EGREM de 31 y 2 (en el llamada barriada de La Timba) solicitó que se integre ese grupo a niños y adolescentes de otras escuelas, para ello han sostenido reuniones con representantes del MINED, siempre con la perspectiva de mejorar la calidad de vida de ese segmento, que a su vez lo reproduce en el seno de la familia y en la comunidad.

Pérez Viñas siente que Alegremia forma a cuidadores de la vida; de las plantas; para que no haya polución; contaminación ambiental; que lo que pueda ser utilizable de la basura se transforme en arte: “Vamos mejorando diferentes espacios que interactúan con nosotros porque por lo general los actores medioambientales se sienten solos, visto así, Alegremia es ese espacio en que las personas encuentren nuevas motivaciones”. Y eso es grandioso pues  estamos ante un proceso educativo que parte del conocimiento, nunca desde la imposición. Tiene que ser alegre, que fluya.

En ese recorrido Alegremia-Cuba ha compartido saberes en las provincias de Matanzas, Pinar del Río, Artemisa, Cienfuegos. Asimismo imparten talleres. Por mencionar alguno tenemos el ofrecido en el Cenesex, en 2017, donde se abordó la sexualidad. Y aquí es factible mencionar la A de amor, la que siguiendo la lógica de Alegremia es tratar de evitar las relaciones que no sean armoniosas, entre nosotros mismos y con la red de la vida, o sea con las plantas; los animales; protegiendo la vida silvestre y así sucesivamente.

Mientras que la A de alma se refiere al cuidado de las comunidades, la transmisión de saberes de nuestros ancestros desde los aborígenes, los esclavos africanos, de árabes o de los chinos.

Como en la base de todo está la transformación raigal de las muchas aristas que toca, -fundamentalmente un cambio en la cosmovisión de la vida en general-, Alegremia es por sobre todas las cosas un Proyecto cultural, y por derivación coordinan acciones con la entidad municipal del Mincult; léase sus peñas mensuales en La Timba o el Festival anual, que en este 2022 se celebrará el 17 de diciembre en la Casa de la Música de 31 y 2. Hasta allí puede ir quien así lo desee. Pero una advertencia: alístese para ir despojado de un criterio preconcebido, ya que la iniciativa siempre rompe moldes estereotipados. Habrá muchas actividades.

Cerca de la familia

Otra arista importante de esta bella propuesta de vida se centra en la alimentación, tema casi recurrente en las conversaciones por doquier, y que ya se va tornando un verdadero quebradero de cabeza para las familias del país; debido a la situación económica con todos sus males internos y externos. No obstante, esta circunstancia real, Alegremia puede darles una nueva visión al enseñar como confeccionar un menú hogareño de nuevas recetas con vegetales, maníes, ajonjolí que muchas veces son desdeñados por el esquema reducido de lo que se considera proteína, al privilegiarse solamente a la animal, cuando las plantas son tan ricas en beneficios para la salud. Además pueden ser exquisitos si se procesan de diversos modos.

Nuevas motivaciones

Para Magdalin Justiz, en lo personal “Alegremia ha sido un beneficio para mí porque no conocía un método de vida diferente, del cual me enseñó a valorarme, aprendí a valorar mi cuerpo, mi mente, aprendí el amor por la naturaleza, sobre las cosas que brinda y por qué lo hace; aprendí más sobre la protección del medio ambiente, Después de conocer sobre este Proyecto quise que mi escuela lo tuviera.

Estudiantes de la Secundaria Básica José Luis Arruñada trabajan los materiales reciclados y hacen lindas piezas. En la Casa de la música de 31 y 2, Plaza de la Revolución. Foto: Cortesía de los entrevistados

“Lo informé a la dirección, luego al municipio de educación y así se insertó el círculo de interés de medio ambiente de la Secundaria Básica José Luis Arruñada a Alegremia con el fin de ayudar a los niños a conocer más sobre el entorno, y así comenzamos este viaje increíble cuyo saldo ha sido el aprendizaje sobre reciclaje, sobre la clasificación de la basura, sobre el cuidado y protección de las plantas, etcétera”.

Enfatiza Magdalin en que ya van 4 generaciones de estudiantes, es decir de alumnos que cursan séptimo hasta noveno grado. “Me cabe la satisfacción, indica, de que muchos han optado por carreras afines a la biología; con perfiles técnico científico como la paleontología, la biología marina, y eso porque han aprendido sobre otro estilo de vida”.

Alegremia está dentro de mí

Semejante afirmación la dio Jorge Daniel García al preguntársele si los acercamientos que tiene con los demás cuenta con el sello de este concepto de vida. Ya la propia conversación va delineando más adecuadamente el asunto donde Alegremia Cuba acoge a todo el que quiera participar; pero no andan con un solapín que diga que se es miembro ni hay grupos cerrados, ni plantillas. Se acometen encuentros e intercambios desde el voluntariado partiendo de la asunción de una responsabilidad hacia una salud otra que pondera la empatía con el entorno circundante.

Entonces Daniel ante una dudosa adecuada poda de árboles en su zona de residencia en Plaza de la Revolución, acudió a la Fundación Antonio Núñez Jiménez, en Playa, para buscar asesoría.  “Una vez en el lugar, -dice-, nos enteramos que habían cursos de permacultura a una de estas peñas; hablamos con Osmel, Con Teodoro Friedrich; conocimos acerca del Proyecto Finca Marta y también sobre una Finca Agroecológica en Alquízar (provincia de Artemisa) con la cual he estado intercambiando. Allí hay potencialidades increíbles y; a pesar de tener poca mano de obra -usando técnicas agroecológicas- pudiera tener rendimientos increíbles. Mi aporte en concreto ha sido la elaboración de compost o el de incentivar ideas nuevas como la confección de salsa picante, partiendo de la cantidad de ají guaguao que se da en la zona”. Sin dudas, Alegremia es un cambio de paradigma, una filosofía para ser feliz.

Vea también:

Nuevo paso al reconocimiento del casabe