Se trata de la consumación de un acontecimiento trascendental, previamente anunciado. Bien temprano en la mañana, los 3 845 colegios electorales habilitados en predios habaneros, abrieron sus puertas y ya los capitalinos –los propios y hasta los aplatanados con residencia-, ejercen su derecho al voto, con el fin de elegir a quienes les representarán en su condición de delegados, en los máximos órganos de Gobierno, en la localidad donde viven.

Momento definitorio en el futuro inmediato en la vida de la comunidad que se erige casa común del vecindario donde transcurre buena parte de nuestra presente existencia. Hacemos valer nuestra voluntad expresada en las urnas. Elegimos al timonel que conducirá los destinos del barrio durante el lustro que se abre en lo adelante. De nosotros depende, que entre los candidatos propuestos, la responsabilidad vaya a las manos de quien mejor pueda hacerlo.
Un exitoso proceso de nominación ahora nos pone en condiciones de garantizar que, en las asambleas municipales, a constituirse, casi de manera inmediata una vez concluido el proceso, prime el mérito y la capacidad.

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