En los últimos 15 o 20 años, Carlos Manuel Serpa Maceira para mí pasó de ser un traidor despreciable a admirado colega y amigo, con una etapa intermedia –más o menos un lustro- entre una y otra manera de verle, ya después de revelada su verdadera identidad, en la cual lo admiraba desde la distancia como el héroe corajudo que es, abrigando la esperanza de tal vez poder entrevistarle alguna vez e incluso, más allá de la simple condición de compañero de profesión, llegar –cuando menos- a contarme entre sus conocidos.
Por fortuna nunca lo tuve cerca como para gritarle unas cuantas verdades a la cara cuando vestía el ropaje del enemigo, en funciones de vocero oficial de las Damas de Blanco. Ahora sentiría remordimientos. También para mi dicha, en ocasión del aniversario 63 de la fundación de los Órganos de la Seguridad del Estado –este 26 de marzo- , después de haber compartido mil y una coberturas periodísticas –él para Radio Rebelde, y yo para este medio-, además de algunos buenos momentos, Serpa es mi amigo y accedió gustoso a responder mis preguntas para los lectores de Tribuna de La Habana.
“Fue la contrarrevolución la que me obligó a convertirme en un agente de la Seguridad del Estado (SE). El jefe de un grupúsculo subversivo que operaba en la Isla de la Juventud (Comité Pinero pro Derechos Humanos) me propuso unirme a ello. ¡Imagínate, proponerme a mí actuar contra la Revolución fue como pedirle a un hijo que traicionara a su madre! Entre los principios que se aprendían en mi casa apenas uno abría los ojos, había uno inviolable: Defender la Revolución hasta con los dientes, más que deber era obligación.
“De manera que inmediatamente tomé providencias. Me acerqué a donde correspondía, y en poco tiempo me había convertido en el agente Luis, primero, y luego Emilio, para los Órganos de la SE. No podía hacer otra cosa”.
Aquel momento marcó en su vida un antes y un después. Desde entonces, la Tierra ha dado muchas vueltas en torno al Sol, y ya Serpa no es el jovencito de aquellos tiempos, pero…
“Si fuera preciso volvería a hacer lo mismo. No te voy a negar que corrí riesgos, hubo momentos en que los sentimientos y los nervios casi delatan mi auténtica filiación frente al enemigo; y otros en los que me vi obligado a correr delante de mis compatriotas indignados y no pocas veces me dieron alcance y me “encendieron la leva”, cuando actuaba como vocero de las Damas de Blanco, en sus marchas provocativas. Tampoco tengo la agilidad y el ímpetu, propios de la mocedad, pero la pasión sí es la misma, el apego a los principios permanece inalterable, y el cúmulo de las cosas sagradas a defender, contrario a lo que puedan creer quienes piensan con el estómago, ha crecido”.
Serpa es hiperquinético, pero reflexivo, observador y preguntón. También, todo un caballero, a quien las obligaciones con la Patria enfrentaron con unas damas (que dejan mucho que desear). De un lado, lo que natura le dio, del otro, lo impuesto por el oficio (agente de la SE y además periodista).
“Fui el radar del pueblo revolucionario dentro de muchas organizaciones mercenarias al servicio de la extrema derecha cubanoamericana y el gobierno de Estados Unidos, más bien grupúsculos: Fundación Isla de Pinos de Derechos Humanos y Fomento Territorial, Brigada 2506, Damas de Blanco, y Unión de Periodistas Libres de Cuba. Me convirtieron en su vocero, dada mi fingida posición de periodista independiente. Aprovecharon y aproveché que había trabajado como reportero en Radio Ciudad Bandera y en el periódico Girón, en Matanzas. Y luego, ya en la Isla de la Juventud, también en Radio Caribe, Islavisión y el periódico Victoria”.
Serpa cuenta que si bien resulta insoportable escuchar todo el tiempo hablar de violencia, odio y pretensiones retorcidas, incluso para con los propios familiares solo por pensar de manera diferente, e incluso que el patriotismo, el amor y la defensa a sus conceptos muy particulares de libertad y democracia es solo un velo a ambiciones personales de notoriedad, poder y dinero; también reconforta mucho saber que, aunque de manera silenciosa, defiendes la más noble de las causas, a pesar de los sobresaltos, tensiones, peligros.
“Luis fue el nombre del primer agente secreto del Ejército Libertador en la lucha contra el coloniaje español. A mí me crió mi tía Pilar, junto a su esposo. Él fue militante del Movimiento 26 de Julio, colaborador del Ejército Rebelde, fundador de las Milicias, combatiente de Girón, y el máximo responsable de que yo también me convirtiera en un revolucionario incondicional. Creerme un enemigo activo de la Revolución que había defendido y me había enseñado a querer, le provocó un infarto y le llevó a la muerte. Murió sin llegar a saber que no era un traidor. El agente que encarné, al igual que él, se llamaba Emilio”.
A la pregunta, contesta sin que medie ni siquiera un segundo…
“¿Pasiones? La familia, la Revolución, el periodismo y mis compatriotas, esos que me despreciaron como merece un traidor al servicio del enemigo, y luego me aplaudieron, vitorearon y abrazaron cuando la dirección del Ministerio del Interior decidió sacar a la luz la verdad y mandé al diablo el camuflaje con los hábitos del enemigo, después que petrificara a los directivos y fieles oyentes de la emisora mal llamada Radio Martí, que esperaban escuchar mis acostumbrados reportes sobre “los abusos y violaciones del gobierno de los Castro”, y en su lugar, ese día inolvidable (26 de febrero de 2011), el agente Emilio, en vivo y en directo, le dijera adiós a la gusana audiencia, con Vivas a la Revolución Cubana y su líder histórico, el Comandante en Jefe Fidel, en un gesto que ni siquiera Julio Verne o Nostradamus, se hubiesen atrevido a vaticinar”.
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Gracias por tu sacrificio
Felicidades. Mis respetos y admiración. La patria os contempla orgullosa. Patria o Muerte. Venceremos
Ya me extrañaba. El no traiciona. Muchos éxitos y para bienes
Felicidades en esta fecha, eres de nuestros héroes anónimos
Me ha gustado mucho este reportaje. Mé siento muy estimulado como todo el pueblo revolucionario de Cuba ha redoblar mis esfuerzos por defender a esta Revolución Socialista, hasta las últimas consecuencias. Viva Fidel, el primer agente de los OSE!