Después de dejar atrás un 2021 nada halagüeño desde el punto de vista de las precipitaciones, con un acumulado nacional de solo el 85 % de la media histórica para la etapa (1 335 mm), mengua de la cual no escaparon ni siquiera los meses tradicionalmente más lluviosos (mayo-octubre), ahora a punto de despedir un período seco que hizo galas de serlo, Cuba habrá de enfrentar, con sus reservas de agua en desventaja, la estación lluviosa del año en curso, que ya se avecina, y de la cual los especialistas han emitido pronósticos nada esperanzadores.

Ilustremos el panorama con el agua caída del primero al 10 de marzo: Apenas 10,2 mm a nivel nacional (59 % de la norma de ese lapso). Occidente resultó la región menos favorecida, con 3,8 mm (23 % de la media). La Habana -junto a Pinar del Río y Artemisa- fue de las tres provincias menos favorecidas, con un 13 % de su registro histórico.

De las cuatro cuencas subterráneas de la capital asociadas al consumo, Ariguanabo y Jaruco, exhiben un estado desfavorable, mientras que Cuenca Sur y Vento ubican sus niveles en la zona clasificada como normal, aunque en todos los casos, los acuíferos están descendiendo.

Emilio Cosme Suárez, quien encabeza la Dirección de Gestión Integrada del Agua, del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, explicó que el complejo Coca-zarza-Bacuaranao, asociado al abasto a los municipios del este habanero, si bien no acumula cantidades de agua que sean como para batir palmas, sí suficientes para cubrir las exigencias diseñadas por varios, lo cual no quiere decir que dejemos a un lado la vigilancia y alerta, y muchos menos que nos entreguemos al despilfarro.

El especialista explicó que la situación más compleja está asociada con los municipios de Playa, Lisa y Marianao, que reciben el preciado líquido desde la fuente de abasto Ariguanabo, entre las más deprimidas del occidente, pero se ha trabajado y se trabaja por materializar estrategias para aumentar su caudal, con inyecciones desde otros reservorios (presa Maurín) o restarle consumidores, con la desconexión del municipio de San Antonio de los Baños (provincia de Artemisa), cuyos habitantes, alternativamente, recibirán el imprescindible líquido desde el acuífero Cuenca Sur.

Como otro de los retos mayores a superar, Cosme Suárez mencionó los salideros, que en La Habana superan los 3 000, una cifra nunca antes alcanzada, resultado de la falta de accesorios, que el país no puede adquirir  por la política de bloqueo y aislamiento puesta en práctica por los Estados Unidos.

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