Son otros y a la vez los mismos quienes acuden todos los años a condenar el acto genocida perpetrado por el gobierno norteamericano contra Cuba, el 4 de marzo de 1960. Algunos rostros se repiten, pero más curtidos, otros vienen por primera vez. De los protagonistas de entonces, quedan pocos. Asisten también para reverenciar a quienes perdieron la vida o resultaron lesionados como consecuencia del vil zarpazo. Rinden tributo a la memoria histórica.

Y sí, han transcurrido más de seis décadas, pero las imágenes proyectadas en la gran pantalla, montada para la conmemoración del aniversario 62 del cruento sabotaje, todavía mueven a la ira y la indignación, a estos y aquellos.

Cuba jamás olvidará a sus mártires y héroes. Los familiares de las víctimas nunca se resignarán a la pérdida del ser querido o las secuelas que le dejaron las heridas, y ni ellos ni sus compatriotas, incluso aquellos que entonces ni siquiera habían nacido, no dejarán espacio a la desmemoria y tampoco renunciarán a la disyuntiva irrevocable, que en el sepelio de quienes perdieran la vida, efectuado al día siguiente, el líder pronunciara interpretando el sentir de su pueblo: ¡Patria o Muerte! 

Foto: Joyme Cuan

Roilán Rodríguez Barbán, integrante del Buró del Comité Provincial del Partido; José Conesa González y Víctor Dreke Cruz, coordinador de Programa del Gobierno y presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, en el territorio, respectivamente; además de otros dirigentes políticos y gubernamentales, y del movimiento obrero, de la capital y el municipio de Centro Habana, encabezaron la representación de habaneros, que a nombre de Cuba toda volvió a gritar fuerte y claro: ¡Patria o Muerte!, allí, en el muelle la Coubre, el mismo escenario donde hace 62 marzos, ocurriera uno de los primeros y más crueles actos de amedrentamiento urdido por el imperialismo yanqui para castigar a la naciente Revolución y amedrentar al pueblo que le secundaba.  

Los hechos son profundamente conocidos. No obstante, en sus palabras fueron rememorados por Leandro Martínez Gourget, hijo de uno de los protagonistas directos sobrevivientes, y Alfredo Vázquez Pérez, secretario del Comité Provincial de la Central de Trabajadores de Cuba en la ciudad.

La explosión del vapor francés La Coubre, consumada el 4 de marzo de 1960, fue un primer asomo en la ya abultada lista de acciones de terrorismo de Estado perpetrado por Washington contra la Isla; un vil zarpazo que costó casi un centenar de muertos –incluidos muchos desaparecidos-, 400 heridos –entre quienes quedaron algunos imposibilitados de por vida-, 80 niños que perdieron para siempre el gratificante sabor de la caricia de un padre y cuantiosas pérdidas materiales, solo porque la nave transportaba armas que la Isla había adquirido para defenderse, en un gesto de legítimo derecho.

Tanto Martínez Gourget como Vázquez Pérez ratificaron que los cubanos hemos aprendido bien la lección, y le decimos al imperio que ninguna de sus maniobras y sucias jugarretas podrán amedrentarnos, y que aun, cuando queremos y somos amantes de la paz, estamos dispuestos a pagar el precio que sea necesario para no perder la independencia ni renunciar a las libertades conquistadas.

Foto: Joyme Cuan

En su filosofía de guerra han apostado hasta a lo increíble, afirmaba el dirigente obrero, quien aseveró que para este pueblo eternamente revolucionario, la disyuntiva de ¡Patria o Muerte! Será siempre la única de las opciones.

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