Las llamas, desde hace 69 años, alumbran el camino. Marcan el perenne paso de generaciones que empinan los brazos en un combate indetenible. Sucede así cada 27 de enero, cuando el fuego ilumina la escalinata de la Universidad de La Habana.

Delante van aquellos que retomaron la contienda en el año del centenario del Apóstol, como símbolo de que José Martí renace con los tiempos, en la memoria y acciones de sus hijos.

Presentes los Comandantes de la Revolución y del Ejército Rebelde. A la vanguardia de ellos: Raúl Castro, Líder de la Revolución. Sirven de guías en el sendero que prosiguen los líderes surgidos del pueblo.

Desde que llegó al lugar, lo primero que hizo el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, fue levantar una pequeña bandera cubana empinada como saludo a quienes aguardaban.

Foto: Alejandro Basulto

El suceso siempre ocurre cuando comienza a caer la noche sobre La Habana, pero desde mucho antes los citadinos se agrupan en plazas y parques cercanos, para luego erguirse en desfile masivo hacia la Colina.

Allí toman fuerzas, lanzan al aire consignas y canciones, para emprender un camino que hace estremecer a las céntricas calles San Lázaro e Infanta, entre banderas y antorchas, entre saludos desde los balcones y una banda musical que entona himnos de combate y victorias.

La orden de partida siempre la dan los líderes estudiantiles, que rememoran la historia de la Generación del Centenario, pero a la vez, reconocen proezas del pueblo: ni epidemias, ni tornados, ni el acoso, serán capaces de detener la marcha.

Cada 27 de enero, vísperas del aniversario del natalicio de Martí, arden las antorchas y los corazones de quienes siguen sus ideas, porque como sentenció el Héroe Nacional: “Pensar, es servir”.

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Visión infinita de Martí