Una todo terreno, así la vemos los del barrio. A María Lorenza Méndez Mendoza, a pesar de sus casi 80 años, no hay tarea de las organizaciones sociales y políticas que se le escapen. Son tantas sus energías que concita la admiración de quienes la conocen.
Posee un papel motivador y movilizador en la circunscripción 92 del Consejo Popular Puentes Grandes, en Plaza de la Revolución. Y eso, Revolución, es el lenguaje que mejor conoce, que convierte en acciones como ser la secretaria general del bloque de la Federación de Mujeres Cubanas, donde es una “aplanadora” por su habilidad para sacar a las mujeres de sus casas, incluso después de extenuantes jornadas laborales. Desde esta organización y debido la incidencia de la COVID-19, anda bien atenta para que se acuda a los consultorios ante cualquier síntoma. También se ha empeñado a fondo para que no haya temores en la vacunación. Y qué decir de los niños, a ellos los atiende con esmero.
María tiene una apariencia engañosa para los que se guían por las primeras impresiones: es menuda, de baja estatura, orgullosa canosa sin complejos ni artificios cosméticos: así natural como es y siendo “pequeñita” nada se le escapa: se ha responsabilizado con los pesquisados, así como en recordar por teléfono los días en que los habitantes de cada edificio o casa debían vacunarse. Incluso estuvo a cargo de los aseguramientos de merienda para el personal en campaña. “Es la primera en cada una de las tareas e impulsa y exige el cumplimiento de todas las conmemoraciones, a veces hasta mortifica un poco a las delegaciones de base, por su fuerte carácter que rechaza justificaciones débiles”, así la concibe y conoce su vecino Víctor González.
Y aunque posee lo que se dice “voz de mando”, ella es en el fondo una panetela dulce de tan solidaria, muy dada a la cooperación. En su Comité de Defensa de la Revolución (CDR) es la secretaria de vigilancia, llevando el registro de direcciones; tarea que tal vez alguien más joven debería asumir en una zona altamente envejecida, sin embargo, esta reportera considera que, en eso, la mayoría de los adultos, hemos sido tibios a la hora de convocatorias. María Méndez no.
Todavía es increíble cómo pese a sus problemas de salud sigue teniendo responsabilidades en la Asociación de Combatientes y en el núcleo zonal del Partido; organiza emotivos actos en fechas históricas, en particular las conmemoraciones de Celia y Fidel, y fue un pilar decisivo durante la campaña por la liberación de los Cinco Héroes, presos en cárceles estadounidenses.
Ama las plantas y las mascotas, dedicación que ha trasladado a los problemas de las personas en su entorno, los ancianos solos, los asuntos sociales sin resolver y los nuevos que surgen, las colectas para canastillas o ayuda a damnificados… Llama inclusive por teléfono para felicitar en las fechas significativas y a los enfermos para interesarse en qué los puede ayudar… Por intermedio de su gestión se han podido resolver varios casos de Asistencia Social y ha tenido un papel destacado en las elecciones, en específico para asegurar a los pioneros en las urnas, tarea que se fue poniendo más difícil por la escasez de niños en el último proceso, pero que, no obstante, se cumple como siempre, según declaró Víctor González, presidente del CDR 5.
Es un ser tan vital que, ante la falta de dos refrigeradores para el vacunatorio, tanto dio y dio que logró el préstamo de sus vecinos para poder refrigerar las vacunas porque ella sabe lo que le ha costado al país nuestras propias medicinas para batallar contra esta enfermedad tan indeseada, tanto como lo es el bloqueo yanqui; el mismo que ha reactivado la imaginación creativa en todas las esferas, también la científica. De ahí que María, aun con haberse vacunado, exhorta a diario al barrio al lavado puntual de manos, a la higiene y al distanciamiento físico, le recalca Víctor a Tribuna de La Habana.
El Consejo Popular Puentes Grandes tiene en esta mujer a un pilar que desmiente el mito de que a la tercera edad solo se exhiben achaques. María Méndez sigue siendo de trabajo, de darse en el otro sin pedir nada a cambio, solo la participación activa de la gente. Por eso el barrio la tiene como familia.
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