El Cristo de La Habana contempla su ciudad con algo de tristeza al saberla enferma de COVID-19, pero con la esperanza de saber que vencerá una vez más el reto impuesto de la pandemia. No por ello menos bella, ni restándole majestad a sus hermosos lugares, como la cascada frente a nuestro Malecón, tan admirable y digna, o el homenaje a Eusebio Leal, el querido historiador por excelencia de la capital, siempre andando sus calles, incluso en su ausencia física.

El Muelle, La Rampa del Vedado, La Terminal Sierra Maestra, La Caja de las sorpresas justo frente al antiguo Muelle de Caballería muy próximo al Castillo de la Real Fuerza, todas maravillas que hacen única a La Habana, adorada por sus hijos naturales y adoptivos y por los visitantes.

Por esta amada Habana, tenemos la certeza de que venceremos al terrible mal que nos azota sin piedad, para ello y por ello, nuestros científicos, médicos, personal todo de Salud, del Partido y del Gobierno, hacen un esfuerzo loable y supremo, en medio del hostil y agresivo bloqueo.

Pero el día en que sonriamos, de nuevo, sin temores, está cerca, y para ello avanzan nuestras vacunas, sin pausa alguna, mas, también debemos arreciar los cuidados, decir no a las negligencias, a la indisciplina, cuidarnos, proteger a los niños y a nuestros mayores, y será cierta la victoria final.



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