Cada performance mostrado por los supuestos artistas del denominado Movimiento San Isidro, contradice los preceptos en los cuales se desarrolla la formación artística cultural en Cuba, sobre las bases de la enseñanza a todos los niveles del conocimiento identificada con los fundamentos históricos que condujeron las luchas por la independencia desde 1868 hasta el triunfo de la Revolución en 1959.

En este sentido la educación artística especializada es un exponente para el mundo, reconocido por sus valores académicos, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), y ejemplo de la formación de artistas que han contribuido al patrimonio cultural de la nación y la continuidad de nuevas generaciones capaces de mostrar una obra de alto valor artístico a nivel internacional, como el Ballet Nacional de Cuba, el Conjunto Folklórico Nacional, el Instituto de Arte e Industria Cinematográficos y de la Música, que constituyen baluartes de la proyección de la Cultura en Cuba.

En medio de los cotidianos ataques mediáticos contra nuestro país y el recrudecimiento de las agresiones subversivas –pagadas y apoyadas por el gobierno de Estados Unidos- vuelven a ser visibles aquellos seudoartistas con largo historial de delitos, que pretenden establecer una brecha para un estallido socialEl guion seguido, desde el imperio, resulta predecible: entre las medidas de la administración Trump, se aplicaron algunas de marcada intencionalidad como los ataques directos a reconocidas figuras de la música y el arte en general en nuestro país.

Para que se tenga una idea de lo anterior basta observar las declaraciones de uno de los miembros del llamado Movimiento de San Isidro cuando un agente de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) intenta sostener una comunicación y aquel no solo agrede, sino que advierte reconocer a su “presidente Trump”. Por supuesto, esta proyección desafiante de un ciudadano que intenta reconocer en su país de origen el mandato de un presidente extranjero, es parte de lo conocido en este tipo de comportamiento de los mercenarios pagados desde Estados Unidos.

En el centro Carlos Manuel Álvarez, quien viajó de Estados Unidos a San Isidro, La Habana, violando los protocolos sanitarios en su declaración al arribo a Cuba Foto: Tomada de Yahoo

Según refleja un cable confidencial redactado por la entonces Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, se confirmaba que, en noviembre 2006, la misión estadounidense organizó una reunión con "jóvenes opositores" de toda Cuba para mostrarles un documental sobre el derrocamiento de Slodoban Milosevic en Yugoslavia (ahora Serbia) con la intención de facilitar un movimiento similar contra el gobierno cubano.  El filme trata de cómo un grupo de jóvenes financiados y entrenados por las agencias de inteligencia de Estados Unidos, y otros organismos internacionales, como el Instituto Sociedad Abierta del billonario húngaro George Soros, lograron derrotar al entonces jefe de estado de Yugoslavia a través de una estrategia de "golpe suave". Los jóvenes fueron agrupados en una organización llamada "OTPOR" (Resistencia) que, siguiendo los lineamientos e instrucciones de varias agencias e institutos estadounidenses, como el Instituto Albert Einstein de Gene Sharp, el Centro Internacional para el Conflicto No Violento (ICNC) de Peter Ackerman y Jack Duvall, Freedom House, la USAID, la NED y el Instituto Republicano Internacional, ejecutaron una serie de acciones y movilizaciones de calle para promover un estado de desestabilización permanente y provocar la "represión" del estado.

En la estrategia del “golpe suave”, que también se ha llamado "una revolución de colores", los jóvenes, bajo la bandera de la "no violencia" y empleando logotipos y tácticas de marketing que atraen a la juventud, fomentan pequeños disturbios en la calle para crear un ámbito permanente de inestabilidad y caos. Luego, atrayendo a la atención de los medios internacionales de prensa y guiados por las agencias federales norteamericanas, provocan la represión del Estado (a través de actos violentos o ilegales), que luego es proyectada a través de los medios de prensa como una violación de los derechos humanos y utilizada para justificar cualquier acción contra el gobierno en el cual realizan estas acciones subversivas.

La estrategia del golpe suave tuvo éxito en Yugoslavia (Serbia) contra Milosevic en 2000, y luego fue utilizado en Georgia (Revolución de las Rosas 2003), Ucrania (Revolución Naranja 2004) y Kyrgyzstan (Revolución de los Tulipanes 2005) para debilitar al poder de los gobiernos socialistas o aliados de Rusia en esos países. Aunque la estrategia del golpe suave fue exitosa en su momento en todos estos casos, con la excepción de Serbia, se ha revertido durante los últimos años. En Ucrania, por ejemplo, el mismo presidente que fue derrocado con este programa de subversión en 2004, Viktor Yanukovych, ganó la presidencia de nuevo en 2010 luego de que la "Revolución Naranja" fue desenmascarada como una táctica de Washington para instalar un gobierno títere en ese país.

La abierta manifestación de esta tendencia subversiva nos obliga a mantener como brújula el principio de que la Revolución, en sí misma, tiene el derecho a defenderse como expresara Fidel y específicamente en aquella referencia visionaria –durante las Palabras a los Intelectuales- en la cual subrayó: “Pero si a un hombre de la generación venidera le dicen que un escritor, que un intelectual —es decir, un hombre dentro de 100 años— de esta época vivió en la Revolución indiferente a ella y no expresó la Revolución, y no fue parte de la Revolución, será difícil que lo comprenda nadie (…)”. Así somos y en la continuidad de la forja de nuestra nación, avanzamos”.

Ver además:

Lo que pretende el mal llamado Movimiento de San Isidro (I)