Visten como jóvenes comunes, les gusta la música, compartir con amigos, aún extrañan el olor del aula, las bromas y tertulias.
Son dos jóvenes que se incluyen entre los más de 30 nuevos ingresos a la Fiscalía Provincial de La Habana (FPH) y recibieron su toga hace pocos días en ceremonia celebrada en el Memorial José Martí, de la Plaza de la Revolución.
Daniela Sierra González tiene una energía ingente, se peina de forma ágil haciendo malabares con sus dedos, y abre unos ojos enormes mientras habla de la numerosa familia que le espera cada día en casa, encabezada por su abuelita Elena, jubilada del Ministerio del Interior (Minint).

Daniela tiene 23 años, una voz grave y conversa de forma vertiginosa. Ingresó en la Universidad de La Habana como cadete insertada del Minint. Durante la carrera realizó prácticas en la FPH, donde ahora comienza a adaptarse a su etapa laboral.
Agradece, sobre todo, la asesoría que ese órgano le brindó en el ejercicio final de culminación de estudios, donde recibió nociones de la labor que allí se realiza. En esa etapa pudo terminar un expediente de investigación de fase preparatoria de un proceso judicial, aprendió el orden en que realizan diligencias de las investigaciones.
Allí fue cuando se decidió a trabajar en este lugar, “por la labor social del fiscal como garante de la legalidad, es decir, por ser la persona que vela por el cumplimiento de la ley durante todo el proceso judicial”, comenta. Adaptarse al trabajo no es fácil y cada día, entre la abuela, su mamá Adriana y el hermano David, casi interrogan a Daniela sobre sus primeros pasos en la Fiscalía.
Sin embargo, Darío Néstor Galindo está un poco más acostumbrado a esta labor porque, aunque también acaba de culminar su carrera de licenciado en Derecho, desde hace un año era estudiante insertado dentro de la FPH.
Extraña mucho los juegos deportivos Taíno, en los que discutía medallas en voleibol y baloncesto, pero ahora puede ayudar mucho más a su mamá Sandra, ama de casa, y al hermano menor Miguel Ángel, con quienes integra una pequeña familia en el Vedado.

A veces la vida te pone duras pruebas y son las que hacen que madures a temprana edad. Así sucede con este joven de hablar pausado, que casi es el cabeza de su familia.
Desde hace un año formaba parte del Departamento de Atención al Ciudadano como asistente de fiscal, a la vez que cursaba el cuarto nivel de su carrera. Esta inserción le permitió aclarar dudas y orientar a la población en muchas diligencias.
Ahora comienza a trabajar en la Fiscalía Municipal de Centro Habana, en Procesos Penales, sin embargo, espera tener oportunidad de incursionar en otras especialidades que contribuyan a su formación profesional. Darío tiene 24 años y reconoce que el tiempo transcurrido en este órgano judicial le ayudó mucho, como también el dedicado a su tesis. Considera necesaria su labor en momentos cuando es importante garantizar la vigilancia de la legalidad, el control de los bienes y actuar contra lo mal hecho.
Fuerzas jóvenes que asumen con ética, pureza y fe, la misión de exigir el cumplimiento de los deberes y derechos del pueblo.