Te dejan entrar en su mundo mágico como si fueras conocida de siempre, querida y esperada. Es la sensación que conservo de aquella tarde de jueves pletórica de vivencias, en compañía de las integrantes del proyecto de manualidades Casiguaya, del municipio habanero de Playa.
Las visité en su actual sede, la Casa de los Combatientes del territorio, en el número 7610 de la calle 19. Ese día no estaba la fundadora del grupo, la nonagenaria Evangelina Pose Barca, pero sus discípulas la delinearon con toda justeza, como el alma de este equipo que despegó en 2014 y las hizo familia.

Evangelina salió en busca de las mujeres de la tercera edad que habitaran en el Consejo Popular Cubanacán, enclavado en esa demarcación costera, y que estuvieran dispuestas a transmitir sus saberes en diferentes técnicas como el tejido, el bordado, la pintura, la cerámica, la muñequería, las carteras…
Igual que en sus tiempos fundacionales, siguen apegadas a trabajar y enseñar las técnicas que proliferaron en épocas de las abuelas, e incluso desde tiempos atrás, que han ido olvidándose con el paso de los años, al decir de la vice coordinadora, Mercedes Placeres Sarduy.
Comenta que a quienes asisten a los cursos se les instruye en la realización de determinadas piezas inspiradas en elementos aborígenes como las muñecas y las carteras; en este último caso lo novedoso es hacerlas tipo morral, con un sello de modernidad al estilo de la experta en el tema, Maricela Brooks.
Al decir de Placeres, en estos momentos laboran en el rescate de las muñecas de antaño y otras piezas; ello ha significado documentarse y hacer investigaciones para luego reproducirlas. Hay cursos que se centran, por ejemplo, en la historia de la muñeca, y abordan de manera particular la cubana.
“Tanto de esta manualidad, como de las restantes, se deja constancia en álbumes acerca de cómo fueron y cuánto cambiaron en el tiempo, teniendo en cuenta la utilidad que representa para las nuevas generaciones”, afirma.
Fruto de estas jornadas nacen prendas de vestir, accesorios, artículos utilitarios, además de abalorios (collares) que a su vez los combinan con tejidos; también pinturas, adornos y otras piezas; las de mejor acabado se comercializan en la expoventa habilitada en un espacio aledaño a la propia sede del proyecto.
“Abrimos de miércoles a sábado, de 9:30 a.m. a 5:00 p.m. y quien nos visite siempre encontrará algo lindo para llevar”, asegura Aimara Infante Chávez, al frente de la tiendecita.

Lissette Reyes Reyes imparte la especialidad de bordado a mano. Aunque entró al grupo hace dos años, conoce bien del trabajo comunitario que sus compañeras han hecho siempre, y del impacto en cuanto a la atención a jóvenes con desventaja social, problemas de alcoholismo, drogadicción y demás situaciones que muchas lograron dejar en el pasado.

El próximo 5 de noviembre el proyecto reanuda su programación de talleres de entrenamiento. Los iniciaron el año precedente y gozan de mucha aceptación por combinar la teoría con la práctica. Hay un curso de aprendizaje con máquina de coser a pedal (doméstica), que impartirá el instructor Jacinto Urra. A quien asegura que: “Con él todo el mundo aprende, por su gran paciencia”.
Asimismo, habrá varias jornadas dedicadas al aprendizaje básico de arreglar ropa, tejer a crochet, confeccionar carteras y elaborar bonsái artesanal con elementos combinados. Mientras llegan las clases, ya la pequeña de 9 años Adara Polanco da sus primeros pasos en el tejido a dos agujas. Se le ve muy feliz “porque la profe me dice que voy muy bien”.
Al proyecto entró Miladys Cárdenas Suárez gracias a la Federación de Mujeres Cubanas. Madre de tres niños, la joven se siente reconfortada en este espacio que logró sacarla de casa, y darle la oportunidad de interactuar con otras personas. Ahora mira con otra luz su futuro y por eso se empeña en aprender. No lo dice pero creo que para ella y el resto, Casiguaya ha sido un gran entramado de sueños, hilvanados con puntadas de amor.