Orestes Cabañas Rodríguez no nació hace 61 años, sino el 16 de septiembre de 2017, cuando, “por puro milagro”, este innovador habanero del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), logró trastocar el aciago curso de aquella mañana.
Nadie sabe cómo logró sobrevivir a un accidente de tránsito que le provocó una fractura múltiple -en tres partes- de la vértebra cervical C1, razón suficiente para dejar a alguien parapléjico. Le aseguraron que poquísimas personas pueden llegar a hacer el cuento, pero él venció pronósticos. Quien hoy me deja entrar en sus recuerdos es un hombre activo, lleno de energía con vivencias dignas de compartir.

“Desde el punto de vista médico yo mostraba un estado positivo, algo inexplicable; los doctores no salían del asombro al ver la movilidad y sensibilidad de mis extremidades. En el hospital Cimex donde fui atendido, existía un aparato que podía ayudar a mi recuperación pero estaba incompleto, le faltaban varias piezas”, señala.
Y fue el desafío más trascendental que el universo le impusiera a este integrante de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores –ANIR-, en el CIGB, adueñado de una contumaz vocación por resolver todo aquello que precisa de una solución, incluso las que parecieran inalcanzables.
Mandó entonces a buscar a sus compañeros de trabajo, Luis Manuel Flores Díaz y Ángel Guevara Muñoz, El Chori, aniristas de larga data como él, -diría mejor hacedores de lo imposible-, pues confiaba en que se hallaría la salida capaz de levantarlo de aquella cama de hospital que presagiaba dejarlo allí para siempre. Entre todos, y con el apoyo vital de los renombrados médicos Javier Figueredo y Raúl Candebat, -sus dioses, como afirma-, se entrelazaron ideas y el trabajo quedó listo.
Cuatro días después llegaba el aditamento salvador que permitió inmovilizar la cabeza y el cuello del paciente, con la precisión necesaria para que la vértebra soldara por sí sola. A los seis meses ya el Ingeniero Orestes Cabañas, jefe del departamento de Mecánica en la dirección de Ingeniería del CIGB volvía a su faena.
Es la historia simplificada, casi de película, de un innovador que ya perdió la cuenta de los trabajos aportados desde su llegada al capitalino centro con 25 años de edad y un mundo por aprender. Las cifras de los tantos y versátiles aportes no es lo que importa. Lo que de verdad mueve a los 120 aniristas de su colectivo es mantener la vitalidad de la principal institución científica de la biotecnología cubana.
Hoy agradece haberse enrolado, junto a otros tres ingenieros, en el nacimiento de esa gran obra en pleno proceso constructivo, y acompañarla en su crecimiento. “Estaba recién casado, vivía en La Habana del Este, y muchas veces pensaba: Hoy sí me voy a las cinco. Pero entonces llegaba una rastra con equipos que debíamos bajar e iniciar su montaje. Así fueron pasando los días, las semanas, hasta acostumbrarme. Y aquí sigo”.

¿Cuál ha sido el estímulo para no detenerse?
-Todas las innovaciones y las soluciones parten de una necesidad de resolver algo. Pero te confieso: una de las cosas que más me gratifica del CIGB desde sus inicios es precisamente su colectivo, personas con unos deseos de trabajar muy grandes, y donde todos deciden.
“Siempre suelo recordar a Alberto Camaraza, aquel innovador quien nos legó una gran enseñanza: un solo individuo no logra lo que muchos juntos. Y eso en la ciencia y en nuestro centro es una rotunda verdad”.
Uno de los trabajos más recientes de Cabañas fue la recuperación de una unidad manejadora de aire que interviene en la climatización de un área productiva muy importante, donde se produce el factor de transferencia, medicamento con alto impacto en el enfrentamiento a la COVID-19. Estaba totalmente deteriorada y devolverle su utilidad representó un reto inconmensurable.
Si le preguntan cuál de sus trabajos le ha recompensado más no sabría definirlo. Prefiere insistir en cuánto se logra con la participación de numerosas manos y mentes para que su centro supla importaciones, sortee la obsolescencia del equipamiento y las carencias del bloqueo. Por ello, el CIGB mereció ser uno de los escenarios de La Habana escogidos por la Anir provincial, reconocidos como parte de la jornada de homenaje que siempre se organiza en el décimo mes del año a los innovadores y racionalizadores cubanos.
Orestes Cabañas asegura ser de otra escuela, de la generación que creció apreciando que el estímulo moral era el que primaba. “En lo que hago no hay detrás un interés monetario, porque para mí la mayor satisfacción es que las cosas se resuelvan, pero los tiempos cambian. La Anir debiera buscar otros resortes para que entre los jóvenes sea mayor el compromiso”.

                                            
                                            
                                            
                                        
                            ![[impreso]](/file/ultimo/ultimaedicion.jpg?1762227062)
Muchas felicidades a este gran hombre, un ejemplo de entereza, ingenio, dignidad y fortaleza de espíritu.
Me alegra que se reconozca el trabajo y esfuerzo de personas como Cabañas, lo conocí en el CIGB luego de su recuperación, y es un ejemplo a seguir para nosotros los jóvenes, muchas felicidades y que siga ese ímpetud de resolver cada situación.
Muy buena historia, pero más que una historia, es un resumen de lo que representa ese gran equipo de innovadores liderado por Cabañas. Es cierto que son de la Vieja Escuela y ojalá la dirección del CIGB, logré incentivar a los jóvenes que están trabajando en ingeniería, para que sean el relevo, para que aprendan a trabajar la cristalería, la tornería, la carpintería, la pintura, en fin, hay experiencia suficiente y conocimientos acumulados en los actuales "genios" de Ingeniería del CIGB para formar una nueva generación, con los mismos principios y valores que la actual generación. De Cabañas, no me alcanzan las palabras para describir a mi HERMANO, mi amigo, y una de las mejores personas que he conocido en la vida. Sus consejos siempre tan certeros, y su mano amiga siempre extendida para ayudar a quien se presente en su modesta oficina, son dos características de éste "Gigante" que intimida al verlo y al escuchar su voz ronca, pero que en fondo, es un ser humano sencillo y modesto, capaz de resolver lo insolucionable junto a su hermano y no menos parecido "El Chori". Mucha salud y bendiciones para ambos.
La verdad que muy fuerte pero con la ayuda de Dios, de sus bellas hijas y familia lograron salvar a su papi!!! Más la de los médicos!!!
Agradezco a la autora por divulgar la historia de Orestes, que nos conmovió a muchos que pese a vivirla de cerca, aun nos sigue pareciendo increíble. Estimado Cabañas, lo admiro, por ser ejemplo de muchos valores que nos definen como cubanos. Mis respetos ...