Por concepto de clientes sin liquidar el importe de su factura de electricidad, hasta el cierre de julio La Habana supera los 85 millones de pesos, acumulados desde el mes de marzo tras el inicio de la COVID-19, incluso hay quienes tienen débitos anteriores a la fecha.
La capital cubana figura entre los territorios de mayores niveles de facturación pero aquí apenas se ha recaudado el 50 % de lo que correspondía hasta este momento. Es preciso contrarrestarlo por su negativo impacto sobre los ingresos de la Empresa Eléctrica de la ciudad, y, por supuesto, los de la Unión Eléctrica (UNE).
Unos municipios más que otros, pero igual todos sin excepción, acumulan deudas generadas como consecuencia de que al inicio de la pandemia se informó que las personas tenían hasta diciembre para liquidar sus importes. Con el objetivo de conocer en qué situación se encuentran y cuáles son las posibilidades de pago, la Unidad Empresarial de Base –UEB-, de la Empresa Eléctrica en Playa, tuvo la iniciativa de visitar a los deudores con los niveles más altos.
“El sector residencial en nuestro municipio registra el mayor consumo de la provincia -entre 300 y 500 kiloWatt hora-, por eso desde el pasado 16 de septiembre y hasta fines de ese mes, los integrantes del consejo de dirección tocamos la puerta de más de 150 hogares con gran incidencia en las deudas; hay cuentas de cinco y seis meses de atraso”, comentó la Jefa comercial de la entidad en la demarcación, Ingeniera Ana Fidalgo.

-¿Qué pudieron corroborar?
-Hay quienes, aun cuando tienen condiciones de liquidar no lo hacen, justificados en el hecho de que el país dio un plazo hasta finales del año. Otros esperan poder empezar a trabajar, mientras un grupo considerable aspira a que se les permita establecer convenios de pago. Igualmente, no pocas personas mayores que viven solas y el correo les queda distante, expresaron su imposibilidad de acceder a las vías del Tranfermovil, Telebanca y las similares.
“Esta es una localidad con alta presencia de trabajadores por cuenta propia, -son 4 444 titulares-, donde hay negocios con significativos niveles de electricidad (paladares y alojamientos principalmente); varios han entregado su licencia y no pocos alegan que al estar cerrados carecen de solvencia económica para liquidar sus facturas, pero ello contrasta con el hecho de que en agosto y septiembre en muchas de esas viviendas crecieron los consumos, expresión de una falta de voluntad a favor de usar racionalmente la energía.
“Se han encontrado paladares, por ejemplo, que no prestan servicio en el lugar, pero mantienen ofertas para llevar o entregar a domicilio; y hostales sin la totalidad de las habitaciones ocupadas, solo una parte pero incluso con clientes fijos”.
De acuerdo con Fidalgo, es cierto que al inicio de la COVID-19 la decisión fue dar un plazo hasta diciembre y no retirarle el servicio al cliente; sin embargo, ello no suponía que las personas, aun pudiendo hacerlo, no realizaran ningún pago.
Luego de considerar que se impone adoptar decisiones puntuales a fin de revertir la actual situación, pues el país eroga cifras millonarias en la generación de electricidad, y hace un esfuerzo colosal para asegurar la salud del pueblo ante la COVID-19, Ana Fidalgo llamó a no continuar acumulando deudas y aseveró “que no es posible condonarla”.

De positivo y provechoso valoró el intercambio directo de la empresa en el territorio con los clientes deudores, pues más allá de lo que se ha logrado recaudar, demostró que acercarse a los hogares de mayores consumos puede generar una respuesta positiva de los morosos.
El sector residencial en Playa concentra el 17 por ciento del consumo de electricidad de La Habana. A través del 18888 los clientes pueden manifestar alguna preocupación o inconformidad. En estos meses el municipio ha recibido casi 70 reclamaciones.
De la facturación se nutren fundamentalmente los ingresos de la Unión Eléctrica, pues son mínimos los que se obtienen por las prestaciones a tercero, dígase proyectos para montaje de redes, inversiones para hoteles, hospitales y demás instalaciones, por citar algunas.
La reciente decisión de abrir paulatinamente las ventanillas en las 34 oficinas comerciales de la ciudad, siempre bajo el estricto cumplimiento de las medidas sanitarias, será una oportunidad para asegurar la recaudación de la empresa habanera, que a su vez no descansa en estimular a sus clientes para que accedan a las diferentes plataformas digitales, pues pagar el servicio constituye un deber y una obligación social.

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Como es que ahora dicen q hasta diciembre si siempre se dijo q hasta q la habana no estuviese en segunda fase no habia q pagar. Si no hay trabajo como pagamos. Es un deber moral alimentar a la familia cuando nos quedamos sin trabajo.el estado tomo las decisiones y en consecuencia tiene q entender q no hay para pagar hasta q no haya trabajo y para muchos esto se demora.
No creo el tema del impago de la facturación eléctrica se esté valorando analizando la situación TAN TENSA q vive la familia cubana hoy, en especial la habanera q hace 7 meses ve limitada, casi detenida, su entrada de ingresos producto del confinamiento que hemos asumido responsablemente. Conocemos nuestro deber con la sociedad, como familia, no nos gusta endeudarnos pero ya es una Odisea estos días llevar a la mesa lo básico, la vida cada vez es más cara, la escasez lo empeora y creo que ya es hora de revisar el costo de la electricidad para la familia cubana q no está acorde con nuestros ingresos medios, esas tarifas tal vez están apropiadas para que ahorren los grandes consumidores y para aplicarse en negocios tanto particulares como estatales pero no para núcleos que requieren encender un aire acondicionado cada noche para poder dormir apretados en una habitación.Espero que el análisis de este tema que ha sido analizado y criticado por nuestra población sea visto por las autoridades con un enfoque agudo, integral y más humano.