La presencia de la COVID-19 ha cambiado de forma radical el curso de nuestras vidas. Durante meses hemos incorporado normas higiénico-sanitarias que enuncian la emergencia de una situación en la cual nada es definitorio y, a pesar de los esfuerzos por encontrar una vacuna contra ese tipo de coronavirus, lo cierto es que solo la responsabilidad individual y el respeto a las regulaciones vigentes pueden variar la compleja situación epidemiológica de La Habana.

Con nuevas medidas restrictivas para reforzar el aislamiento físico en la capital cubana, en fase de transmisión autóctona limitada, nos aproximamos al final de septiembre y aún persisten las indisciplinas. Un ejemplo resulta el surfing, bajo la lluvia, observado en un tramo de la Vía Blanca en el municipio de Cerro, donde varios jóvenes y adolescentes enganchados en la parte trasera de los vehículos desafían a los conductores, escena totalmente surrealista donde las consecuencias de un accidente de tránsito, lamentablemente, pueden resultar fatales.

Como si fuera poco (este caso), la mayoría de los más de diez muchachos no tenían el nasobuco, estaban descalzos, con vestimentas propias de playas o piscinas y abrazados; mientras esperaban la luz verde para engancharse de los parachoques. ¿Cómo es posible tanta indisciplina? ¿Por qué las familias de estos jóvenes no asumen la responsabilidad social en medio de una situación tan peligrosa para todo el país?

Verlos actuar de forma impune resulta un espectáculo dantesco. Estos muchachos, en edad escolar, tienen el principal derecho que les ofrece el Estado cubano: la educación. Este comportamiento en la vía pública demuestra no solo un bajo nivel de percepción de riesgo, sino una total ignorancia (indiferencia) de la información contenida en todos los medios de difusión, incluidas las redes de internet, en la cual suelen mantenerse sumergidos en busca de “lo más pegao” de la música y sus artistas de estos grupos etarios.

¿Quién les pone el cascabel?, pudiera ser la interrogante recurrente y necesaria. Las lluvias continuarán, según los pronósticos meteorológicos, sobre la capital del país. Este comportamiento es un punto rojo que no debe convertirse en una posible mancha sobre el pavimento. Es mucho más, justo cuando el peligro de ser transmisores del SARS-CoV-2 es una posibilidad tan cercana y latente.