Que la tierra rinda para que el pueblo cuente con alimentos, es la premisa de los 135 miembros de la Granja UEB Primero de Mayo, ubicada en la comunidad de igual nombre, en el capitalino municipio de Cotorro. En visita efectuada a esa entidad pudimos constatar cómo sus miembros trabajan sin cesar para sobreponerse a las limitaciones existentes.
Sobre las estrategias productivas y los compromisos contraídos por esa entidad conversamos con su director, Pablo Lores Guerra. Con una extensión de 21,5 hectáreas de organopónicos y 57,4 de de cultivo en tierra, en la Primero de Mayo se encuentran enfrascados en la recién iniciada campaña de frío 2020, además de abastecer tres veces a la semana los hospitales Salvador Allende y Diez de Octubre, y algunos círculos que se mantienen activos. Todo ello sin dejar de asistir a los mercados.

Perteneciente a la Empresa Agropecuaria Habana, en estos momentos cuentan con una amplia producción de lechugas, acelgas, frutabomba, habichuelas y quimbombó. Lores Guerra nos comenta que terminaron recientemente la cosecha del mango, donde tuvieron mucho éxito y en estos momentos están en la cosecha del aguacate. “Nos han entrado algunos recursos para enfrentar la campaña de frío, estamos en plena preparación de tierras; hemos sembrado boniatos, yuca y plátanos, al tiempo que montando y desmontando la parte de la agricultura urbana”.
“Ya tenemos áreas que se encuentran en plena siembra, además de trabajar en los semilleros y mantener las labores en nuestras casas de posturas. En estos momentos cosechamos de dos a tres toneladas diarias de alimentos, destinados a la Salud Pública, círculos Infantiles y los mercados”.
Sobre los rendimientos por hectáreas, explica no se están comportando como ellos quisieran y en ello influye la falta de materia orgánica (la cual sustituye la fertilización que debe venir del exterior) y cuya obtención se dificulta por un problema con la transportación. Esa situación, comenta: “Nos ha obligado a tomar medidas para elaborar aquí mismo el humus de lombriz, para no tener que depender de terceros. También estamos haciendo compost, para asegurar la producción de posturas, las cuales garantizan la cosecha en los distintos campos".

Sin dudas, los miembros de esta Granja están dispuestos a hacer que la tierra rinda al máximo, tal como lo muestran la búsqueda constante de soluciones a los problemas, tanto climatológicos, como de insumos. Una de las personas que resulta de vital importancia en los rendimientos alcanzados por la Primero de Mayo es Rigoberto Ramírez Catá, quien con más de siete décadas cumplidas, aún sigue pegado al surco.
Ramírez Catá se encuentra inmerso en la producción de posturas para “Cuando estén listas puedan ser sembradas en las distintas fincas o bloques, según se decida. En estos momentos tenemos sembrado posturas de pimiento, y tomates”.

“La gran ventaja de estas posturas –agrega-, es que no tienen pérdidas, contrario a las que se siembran mediante otros sistemas”. Pese a su edad, y la perseverancia de la COVID-19 en La Habana, Ramírez Catá (quien dice estar manejando los 78, edad que cumplirá en febrero del próximo año), no ha dejado de trabajar, pues él dice sentirse “más protegido aquí que en mi casa. Allá hay más gente que aquí”.
Jubilado en el 2008, casi de inmediato se sumó a las tareas de la Granja, primero en el laboratorio, donde permaneció hasta el 2014, fecha cuando se creó la casa de posturas, donde se encuentra en estos momentos.
