Nacida como una de las más acuciantes necesidades de la sociedad que recién comenzaba a transformarse en faro de la región, la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) quedó oficialmente instituida el 23 de agosto de 1960.

Sesenta años de intensa lucha por la verdadera inserción de todas, se descubre a sí misma renovada, orgullosa del legado de batallas alcanzadas y como expresa su Secretaria General en La Habana, Victoria Quiñones, con auténticos derechos conquistados, gracias a su incesante quehacer y a la voluntad política del país. Así resume la líder de las mujeres habaneras, el devenir hasta este sexagésimo aniversario:

“Al triunfo de la Revolución, más del 55 % de nuestras mujeres eran analfabetas, por eso la tarea inicial fue capacitarlas para que pudieran insertarse en la participación activa de los procesos de cambio impulsados en los primeros años, a través de cursos de las más variadas especializaciones, costura, primeros auxilios y manejos de cuestiones agrarias, entre tantos otros que depositaron en ellas la seguridad de no ser nunca más discriminadas por una estructura social hostil y sentirse parte de la transformación radical del país, como beneficiadas y protagonistas.

Las federadas de hoy atesoran las enseñanzas y batallas acumuladas durante m{as de medio siglo de historia. Foto: Claudia Pis Guirola

“Se establecieron nexos con ministerios y organismos de manera que la FMC pudo participar de programas como el que llamaba a todas las madres a enviar sus hijos a las escuelas y fomentaba en ellas nociones de higiene y manipulación de recién nacidos. Fue esa también la época de la creación de las escuelas Ana Betancourt, gracias a las cuales se graduaron más de 21 000 muchachas campesinas quienes luego regresaban a sus comunidades a transmitir los conocimientos y la conciencia política que las poblaciones rurales necesitaban para comprender cómo se articulaban con la dinámica emancipadora de la Revolución.

“A eso se suma, la creación el 10 de abril de 1962 de los círculos infantiles, devenidos del concepto de los círculos obreros, espacios donde los trabajadores acudían a intercambiar sobre sus inquietudes e intereses, de manera tal, los círculos infantiles serían el espacio para la incipiente formación de los pequeños en valores, donde recibieran una atención espacial focalizada en su desarrollo”.

Cómo, entonces, resumir este tiempo

—Han sido años de un intenso batallar, gestado sobre la continuidad de tareas y fortalecido a partir del segundo congreso de la organización, celebrado en 1974, donde se plantea por primera vez –y como meta–, alcanzar el ejercicio de la plena igualdad de la mujer, traducido en la igualdad absoluta de posibilidades y oportunidades para todos los seres humanos, sin importar su género. Por eso seguimos trabajando, en función de derribar prejuicios que aún perviven en nuestra sociedad, pues a pesar de existir regulaciones que protejan el acceso pleno de las féminas a todos los espacios a veces se entorpece por el accionar retrógrado de unos pocos.

“Nos toca continuar trabajando con y desde la conciencia y el comportamiento social, sostener el papel protagónico de la mujer en la defensa de la Patria y seguir perfeccionando y articulando las estructuras (bloques y delegaciones), así como la atención a la familia, desde una perspectiva moderna que no limita su concepto de acuerdo a patrones tradicionales, sino desde sus miembros, con las múltiples configuraciones que pueden manifestarse”.

La Federación en la capital…

—En La Habana se han concretado de alguna manera todos estos procesos, pues en su calidad de capital, ha acogido durante todo este tiempo a compañeras de otras provincias para su formación; algunas se radican aquí y esa es otra de nuestras fortalezas: contar con el acervo, las inteligencias y creatividades de mujeres de toda la Isla.

“Por otra parte, el elevado desarrollo intelectual y científico de la ciudad enriquece cada día el quehacer de la organización, hasta alcanzar elevada representación en sectores medulares. En Salud y Educación, hemos sido siempre mayoría, pero además, hoy el 80 % de las fiscales son mujeres, más del 70 % de los trabajadores de tribunales, también. Más del 35 % de las jóvenes capitalinas ocupan cargos de dirección en las comunidades (lo cual garantiza la continuidad de la organización), cuatro intendentes de la provincia son mujeres, nuestra vicegobernadora, y el 92 % de las mujeres habaneras pertenecen a la Federación, una organización basada en el principio de la voluntariedad.

Por otra parte en cada comunidad la Federación cuenta con figuras esenciales: la auditora, la comunicadora social, la trabajadora social y la brigadista sanitaria, quien junto al médico de la familia conforma el grupo básico de Salud para el manejo de eventos epidemiológicos como en este caso, la COVID-19, a raíz de la cual hemos tenido una presencia contundente en centros de aislamiento como personal de apoyo, atendiendo a los vulnerables en la comunidades, y por supuesto, como profesionales en todos los campos vinculados a la enfrentamiento de la enfermedad.

En momentos como este se demuestra que a pesar del transcurrir de los años, la evolución de la mujer y sus circunstancias, la esencia de la Federación es la misma, la unidad de todas sus miembros y la eterna e imbatible disposición a continuar aportando su genio a las causas más nobles de la Revolución, enfocada también a la atención del hombre como figura medular en la conformación de una familia bajo el cual pesan paradigmas y estereotipos difíciles de desarticular. Aún queda mucho en lo que trabajar y mientras exista una sola persona en Cuba con dilemas sociales o personales, necesitada de orientación ahí estarán nuestras federadas para ayudarla a encauzar su camino, bajo la certeza legada de nuestros líderes Fidel y Vilma, de que vivir y soñar en esta Isla, para una mujer, sí es posible.