La noticia llegó con ese devastador efecto que provoca la pérdida irreparable de un hombre devenido parte de la historia reciente de Cuba e imprescindible en el alma de la Patria y de los cubanos. El doctor Eusebio Leal Spengler, el hombre que nos enseñó a amar a La Habana, más que como una ciudad, sino como parte indisoluble de nuestras vidas.

Recuerdo aquella mañana en que celebrábamos un aniversario del Padre de Patria, Carlos Manuel de Céspedes, y él -reunido en el patio del Palacio de los Capitanes Generales-, me reconoció entre tantos solícitos de su intercambio y me estrechó la mano de mambí. Antes, en una de las encrucijadas de su vida contra el inevitable destino que es la muerte, sostuve una correspondencia epistolar por la vía electrónica que inicié cuando le escribí preocupado por su salud y le ratifiqué que viviría más años porque su existencia resultaba necesaria para Cuba, en aquellos momentos.

No había en mis palabras ninguna profecía, más sí el respeto a un hombre que de tan familiar empujaba sobre sus hombros la reconstrucción de La Habana, desde el centro origen de la ciudad, hasta más allá de las ruinas de sus muros. Fue entonces que recibiría aquel abrazo desde su misiva anterior.

El martes, 27 de septiembre de 2016, a las 2:24 pm, me respondía Leal:

Gracias por su mensaje que tanto aprecio en estos tiempos en que se necesita el calor de los amigos.

Un fuerte abrazo.

Eusebio 

Emocionado a las 3:54 pm, le escribí:

Estimado Doctor Eusebio Leal Spegler

Gracias por todo lo que significa recibir de usted ese abrazo, querido amigo, y sentirlo como la fuente de energía necesaria, de vida que vuelve a emerger en sus ojos, como le vi en Cartagena, la bella Colombia. Así anda con Cuba, de hermana.

Siempre y con todo el afecto, Raúl.

El sábado 17 de septiembre de 2016,  a las 7:33 pm, recibía una carta estremecedora:

Apreciado Raúl:

Me encontraba en el Perú, en la bella y nostálgica ciudad de Lima, y hallándome una noche de visita en la casa de una familia cubana que se encontraba en misión de servicio, el  niño de aquel matrimonio se acercó a su padre y le dijo: “llévame al mar”. No estábamos demasiado lejos, solo a unas pocas cuadras, se sentía el rugido de las olas, que en ese mar del sur el gris y lo misterioso es más intenso. Entonces comprendí con más claridad el por qué los cubanos cuando están lejos de la Patria,  sobre todo en tierras intramontanas,  tienen el extraño comportamiento que no es otro que la ausencia del mar.  

Gracias.

Eusebio Leal Spengler.

Aquella misiva caló hondo, sabía que se recuperaba de un eventual deterioro de su salud. Escribí:

Estimado Doctor Eusebio Leal Spengler

En cada una de sus palabras descubro la imagen que describe y comprendo. Se me ocurre pensar que, al mirar usted ese color gris del mar del sur y su rugido misterioso e intenso, nos recuerda cómo debemos mirar dentro de nosotros sin perder el camino que se sostiene en las raíces de nuestra memoria. Gracias por acompañarnos, una vez más con esa luz que es virtud en quienes pueden ver más profundo y lejos. Merecido reconocimiento el Título de Doctor Honoris Causa en Humanidades. Permítame felicitarlo a nombre de nuestra directora Marta Jiménez Sánchez y del colectivo de Tribuna de la Habana, quienes apreciamos sus enseñanzas, compañía y desvelos.

Le abrazamos.

Raúl San Miguel

El jueves, 11 de agosto de 2016 02:44 p.m, aun bajo los efectos de aquella misiva repetí:

Estimado Doctor Eusebio Leal Spengler

Querido amigo, Eusebio:

Una vez, ahora leo sus palabras y no puedo recordarlo con exactitud un texto donde un niño le pidió a su padre ver el mar. Cuando llegaron a la orilla, el chico,  profundamente emocionado, le dijo: "Ayúdame a mirarlo". En sus palabras está la respuesta. Muchas gracias por su atenta dedicación a La Habana, a sus conciudadanos y a la Patria.  Le abrazo en nombre de la directora Marta Jiménez Sánchez y los trabajadores de Tribuna de la Habana, a quienes agradezco la encomienda. (...) Nuestro saludo con los deseos de su pronta recuperación. Alienta haber recibido, de dos compañeras de su Oficina, la buena y alentadora información sobre su persona. Estamos inmersos en la preparación de una edición especial como homenaje a Fidel. Desearíamos tener la posibilidad de contar con sus palabras en relación con este importante momento en la vida del Comandante en Jefe y su significación para todos los cubanos. Agradecidos de su respuesta, en nombre de la dirección y los trabajadores de Tribuna de la Habana.

Atentamente

Raúl San Miguel 

Fiel a sus principios y respondió a nuestra solicitud con ese amor que solo dejan en sus palabras quienes sirven bien a la Patria:

Apreciado amigo:

Recibo su mensaje tan cálido y afectuoso, lo único lamentable es que no pueda ahora cumplir con lo que me pide, ya que todavía mi salud se reciente y cuando voy hacia delante me alerta que debo hacer un alto en el camino. Espero su mayor comprensión.

Con un cordial saludo,

Eusebio.

La noticia me obliga a repensarlo cuando le escuchamos en sus más recientes intervenciones con relación al aniversario 500 de La Habana. Sobre la costa es perceptible la brisa salobre que nos hace evocar el pensamiento martiano de quien sirve en estos momentos para recordarlo siempre: “La única fuerza y la única verdad que hay en esta vida es el amor. El patriotismo no es más que amor, la amistad no es más que amor”.