Los medios de comunicación en el mundo actual funcionan como reflejo de la sociedad, o al menos así debería ser. El 2020 llegó con terremotos, más disputas y enemistades internacionales y últimamente nos ocupan las consecuencias del sonado coronavirus. En dicho contexto, los periódicos, emisoras de radio y canales de televisión encauzan sus esfuerzos para guiar, informar y entretener a sus audiencias y llevarlas a superar con éxito los problemas.
Nuestro sistema de comunicación, creado y pensado desde recursos lúdicos, educativos y formales, trabaja por adaptarse y continuar protagonizando la vida de los cubanos en la era de Internet.
Una ola de artistas, personalidades y creadores de contenidos han tomado las redes sociales en los últimos días en el mundo para fomentar conciencia y dialogar, desde las formas más creativas, sobre normas de sanidad y civismo. Nacen canciones recordándonos cómo lavarnos las manos, maneras para toser; incluso algunos de los músicos más populares transmiten sus conciertos desde casa (en vivo) por Internet. Así los llamados medios tradicionales y las nuevas formas de información dibujan el panorama mundial para sobrevolar los tiempos difíciles.
¿Cómo diferenciar frente a la histeria que pretende provocar el pánico masivo para desviar la atención de los hechos importantes? Mucha de la retroalimentación que recibimos, desde fuera, llega plagada de las intenciones de sistemas políticos y sociales que sí aprovechan situaciones extremas para realizar cambios, accionar de forma ilegal e, incluso, invadir otros países. Así lo ha demostrado la historia muchas veces. Para estos, la estrategia es sembrar la incertidumbre y el miedo para desconcertar y aumentar la sensación de peligrosidad.
Cada día mueren en el mundo miles de niños de hambre, producto de disputas por los recursos que las grandes potencias continúan desgarrando impunes de los países desfavorecidos; a golpe de balas en las escuelas del Norte, mujeres y niñas son silenciadas y anuladas por temas de género, raza e identidad y cuesta asumir que se vuelva una tendencia. Y es que mucha de toda esa masiva información que consumimos, algunas veces de manera irresponsable, les sirve para que no miremos al lado... Así funciona también para tratar de debilitar sistemas como el nuestro, donde la solidaridad, la justicia y el amor priman ante el odio y el terror.
Hoy La Habana despierta segura, confiada; pero alerta y con ansias de encontrar noticias positivas. Se hace imprescindible buscar la información oportuna y certera, fuentes que no cundan al fatalismo ni a la candidez en sus extremos.