Poco más de 50 eran los jóvenes que, bajo la dirección del líder estudiantil universitario y entonces presidente de la FEU, José Antonio Echeverría, inscribieron sus nombres en la historia de Cuba al protagonizar uno de los acontecimientos más significativos de la lucha revolucionaria.

El 13 de marzo de 1957 el asalto al antiguo Palacio Presidencial, actual Museo de la Revolución, con el objetivo de “ajusticiar al dictador Fulgencio Batista, en su propia madriguera” quedó registrado en la histórica alocución de Echevarría cuando, desde los micrófonos de Radio Reloj, ofrecía el testimonio directo de la acción comando.

Es precisamente esa la cinta que casi todos hemos escuchado, con la voz de Manzanita (como le llamaban los universitarios) rajada por la emoción, y que aun en el tiempo, logra conmover como si al salir a la calle, supiéramos que podemos encontrar el cuerpo inerte de aquel estudiante de Arquitectura, abatido por los proyectiles del tirano, en una de las esquinas de la actual Casa de la FEU que converge en L, frente al Hotel Colina.

Actualmente, una de las universidades más importantes de la capital lleva su nombre –hablamos de la eterna Cujae– y su presencia pervive en la sonrisa de cada joven comprometido con el destino de su Patria.

A pesar de haber sido asesinado a sus 24 años Echeverría, queda indeleble su paso por las zonas aledañas a la colina universitaria y, no son pocos, entre los asiduos a sus aulas y recintos, quienes hayan parecido notar su paso apurado y ante la presente evocación de este día de marzo, no hayan deseado asegurarle: “Manzanita, espérame, ¡voy contigo!”.