Sobre el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso una grúa transporta en la cesta al Capitán Wilmer Yumar Mendoza y al Subteniente Javier de la Cruz González, ambos jefes de subgrupos en el Destacamento Especial de Salvamento y Rescate. Debajo, muchísimas personas permanecían atentas a las maniobras de aquellos hombres dispuestos a retirar uno de los ángeles de la torre norte del edificio que quedó inclinado horizontalmente por los vientos del huracán Irma.

“El trabajo fue realmente difícil. Debíamos cumplir la tarea asignada por el Consejo de Defensa Provincial y las orientaciones de nuestro mando. Actuamos como parte de un sistema, con los compañeros de izaje y de la PNR, quienes delimitaron la zona de peligro teniendo en cuenta los riesgos que implicaba.

“Tomamos las medidas para actuar sin problemas en el menor tiempo posible. No obstante nos sorprendió la noche, y aunque tuvimos dificultad con la iluminación, contamos con los medios necesarios para alumbrarnos y estar seguros durante el cumplimiento de esa labor”. 

Foto: Oilda Mon

Javier interviene, y muchas de las imágenes de aquel momento pasan por su mente antes de convertirse en palabras: “Debimos confiar en la profesionalidad del operador de la grúa. Desde el principio estábamos conscientes de que no podían subir más de dos personas y eso nos colocaba en una situación extrema.

“Podíamos sentir los fuertes vientos de las rachas posteriores al huracán que aún permanecían sobre la ciudad. En fracciones de segundos teníamos que ingeniárnosla para resolver situaciones que se presentaran de momento. Pensar, ponernos de acuerdo en lo que podíamos hacer, o no.

“La complejidad estuvo presente en todo el trabajo que realizamos; pero sabíamos el sentido de aquella tarea y la necesidad de preservar el lugar, un sitio histórico y recién restaurado. Había que evitar errores. Si algo salía mal, la estatua podía romper parte del techo, algún balcón y hasta convertirse en un peligro para las personas.

“Una de las problemáticas que enfrentamos fue cuando el cable de la grúa no lograba alcanzarla. Tuvimos que agenciárnosla con los medios que llevamos e ‘inventar’, como se dice en buen cubano, para lograr que la figura quedara lo más segura posible para su extracción, e incluso debimos cortar un anclaje de acero que tenía en su base”.

Wilmer, con sus 38 años de edad, observa al teniente Javier de 32 y afirma: “Más allá de la complejidad, la tarea exigía proteger una obra del patrimonio, un referente importante de la cultura cubana dentro y fuera del país, sobre nosotros pendía la enorme responsabilidad de aquella labor en equipo.

“A pesar de las medidas tomadas por agentes de la PNR para delimitar el área de peligro, podíamos ver a muchas personas que se habían situado allí para observar lo que hacíamos. Imagínate, dos bomberos sobre una cesta para retirar nada menos que un ángel del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso…

Foto: Oilda Mon

“Queremos reconocer, por nuestra parte, al operador de la grúa. Fue importante la sincronización de cada instante, permanecer atento a nuestras reacciones durante el rescate, pendiente de una sola decisión, una palabra, de la maniobra correcta.

“Hubo un momento impresionante cuando terminamos. Sentimos a la gente aplaudir y eso quedó en nuestra memoria. Estamos conscientes de que también, en otros lugares de la ciudad, otros compañeros enfrentaban el peligro para garantizar la vida de nuestros conciudadanos”.