Héctor Cuervo es un hombre robusto, de altura imponente, peina canas en su cabeza de escasos cabellos y su piel no es la misma que 30 años atrás. Pero conserva la mirada llena de vida, quizás por las historias escritas en el camino hasta el día de hoy.

Nació el 2 de diciembre de 1944 en la clínica Cooperativa de Médicos de La Habana, en el municipio Diez de Octubre. Tuvo una infancia feliz, y recuerda esta etapa con mucho amor. Comenzó sus estudios en el Instituto Edison, escuela privada, donde cursó hasta 2do. año de bachillerato.

Estamos en su casa, en un pequeño cuarto que él llama su biblioteca, rodeado de todos sus recuerdos y medallas, comienza a contarme cómo se hizo miliciano.

"Al triunfo de la Revolución, tenía 14 años, me incorporé a las tareas revolucionarias en la Milicia Bancaria porque mi padre también era miembro de esta organización", recuerda con cara de orgullo.

Aquí comenzó a recibir entrenamiento militar, pues no tenía experiencia alguna. En el año 60, se crean las Milicias Nacionales Revolucionarias y se incorpora al Batallón Pesado, denominado así porque sus integrantes cargaban con aproximadamente 100 ametralladoras. En este, participa en movilizaciones como la Limpia del Escambray, Playa Girón. Aquí se detiene su voz, respira profundo y continúa el relato de su experiencia el 17 de abril de 1961.

"Cuando lo de Girón, era prácticamente un niño, pero a mí no me importaba. Solo pensaba en luchar para impedir que esos mercenarios se apoderaran de mi país. Todo pasó muy rápido, desde que nos movilizaron, hasta que llegamos al lugar y fuimos bombardeados por aviones del enemigo. Vi hombres morir, fue bastante duro", al decir esto hace una pausa como si le doliera mirar al pasado.

A los 18 años se casa con la que hoy es todavía su esposa, María Teresa Rodríguez Senra, hace las pruebas para estudiar la carrera de medicina y aunque se la otorgan en 1966, continúa dedicándose a las tareas de la Revolución.

En Nicaragua, cumplió misión en la región de Matagalpa, donde fue uno de los tantos cubanos que se brindó para prestar ayuda al país amigo.

Cuervo siempre se ha considerado un hombre rebelde, de acción. Nunca dejó de lado a su familia que siempre lo apoyó a pesar de que debido a su trabajo pasaba mucho tiempo fuera de su casa, incluso podía estar ocho meses sin verlos, pero siempre fue un buen esposo y un excelente padre para sus tres hijos que lo quieren con locura.

Héctor dice que él es joven todavía, al menos de alma. Creo que sí, lo miro y veo en él un hombre que no pierde las ganas de vivir, a pesar del blanco de su pelo, conserva la mirada llena de colores.

Es inmensamente querido por su familia, y he aprendido de él los valores con los que he crecido, porque ese hombre que miran mis ojos, es mi abuelo.