Habana, si mis ojos te abandonaran, si la vida me desterrara a un rincón de la tierra, yo te juro que voy a morirme de amor y de ganas de andar tus calles, tus barrios y tus lugares…  (Fragmento de Sábanas Blancas, de Gerardo Alfonso)

Son muchas las palabras que vienen a mi mente al pensar en La Habana y son disímiles los sentimientos que ella despierta ahora que arriba a su 500 cumpleaños. En los últimos tiempos se ha trabajado fehacientemente por recuperarla, por lo que existen sobradas razones para celebrar. No obstante, aún queda un gran trecho para lograr esa ciudad soñada por todos. 

Mural de la Calle San Isidro en el municipio de La Habana Vieja. Foto: Facebook

Hace algunos años leí una publicación del historiador de la ciudad, Eusebio Leal, en la que decía: “Yo hago un llamamiento sincero, un llamamiento de corazón, a que se cuide lo que la nación hace. Y debo decir que los tiempos en que la nación lo hace todo ya no son los tiempos actuales. Ahora, todo el mundo tiene un compromiso, a partir de nuevas oportunidades, de implicarse en nuevas tareas, buscar prosperidad en nuevos negocios y actividades lícitas y al mismo tiempo contribuir a la restauración de la ciudad”.

Y de eso se trata, de trabajar unidos, por eso se han reconstruido obras y se han creado otras nuevas, nos hemos recuperado de ciclones y hasta de un inesperado y devastador tornado. Pero debemos ser conscientes que no podemos detenernos, porque amar a La Habana no es solo restaurarla, es también conservarla, cuidarla, y hasta criticarla para mejorar cada uno de sus recónditos espacios. 

Gran Hotel Manzana Foto: Marcia Ríos

Sin embargo, por estos días La Habana nos ha dado una licencia para estar de fiesta a pesar de las dificultades y asuntos por resolver, y celebra el aniversario 500 de su fundación el 16 de noviembre de 1519, donde a la sombra de una Ceiba que por allí existía, casi frente al mar, se celebró la primera misa y el primer cabildo, y se declaró fundada la villa, con el nombre de San Cristóbal de La Habana.

Y como es tradicional, la vuelta a la ceiba situada en el Templete, en cuya columna conmemorativa está escrito en latín: "Detén el paso, caminante, adorna este sitio con un árbol, una ceiba frondosa, más bien diré signo memorable de la prudencia y antigua religión de la joven ciudad, pues ciertamente bajo su sombra fue inmolado solemnemente en esta ciudad el autor de la salud. Fue tenida por primera vez la reunión de los prudentes concejales hace ya más de dos siglos: era conservado por una tradición perpetua: sin embargo, cedió al tiempo. Verás una imagen hecha hoy en la piedra, es decir el último de noviembre en el año 1754".

Una ciudad que inspira 

Desde su surgimiento, La Habana suele provocar sentimientos encontrados, expresados de disímiles maneras. Muchas personas la han amado y aún la aman, incluso aquel que emigró alguna vez. Como escribió Alejo Carpentier en 1939 después de un largo viaje por Europa, publicado en la revista Carteles con el título La Habana vista por un turista cubano:

“Once años de ausencia confieren, indiscutiblemente al regresar a la patria un alma de turista a quien ha estado alejado de ella durante tanto tiempo… Se sitúa ante las cosas propias, ante aquellas que sirvieron de marco a la infancia y de complemento a los sueños de la adolescencia con ojos nuevos y espíritu virgen de prejuicios. Además, los azares de andanzas por otras tierras suelen traer a la mente más de un punto de comparación, y referencia…” 

Foto: Cubasí

El escritor Roberto Fernández Retamar expresó hace más de diez años en una entrevista: “Suelo decir que las distintas ciudades no son sólo lugares, sino también tiempos: Nueva York, mis 17 años; México, mis 22; París, mis 25... La Habana, toda mi vida. Estoy fundido con esta ciudad que amo profundamente y encuentro muy bella, incluso ahora que está maltrecha. Su deterioro también me conmueve”.

De la misma manera, ha sido fuente de inspiración de una extensa lista de hermosas y reflexivas canciones compuestas a través de su historia musical, como Habáname de Carlos Varela. O aquella de José Antonio Quesada, Hoy mi Habana, interpretada por muchas voces después de Xiomara Laugart. O la imperecedera Sábanas Blancas del cantautor Gerardo Alfonso, quien en una entrevista, al referir sus sentimientos por la ciudad revelara:

“…a mí me encanta el malecón, el morro, la relación de la urbe con el mar es una cosa fascinante, lo que pasa en el momento en que llegas al mar, todo lo que traías se detiene, es un alivio para el estrés,…eso me encanta. El azul me gusta y el mar es un espacio de libertad; la verdad es que todos los espacios abiertos me dan esa sensación, que nos lleva a una mente abierta, con ideas, sentimientos y expresiones abiertas”.

Otros le hacen poemas, como “Habanera”, de Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, un canto de gratitud a su ciudad natal: “La Habana es una ventana al mar. Canta en mis pulmones el aire azul de La Habana. Lejos de ella, suelo estar falto del aire preciso. Necesito el mar, mi mar”.

Recientemente han creado diversos productos para honrarla como el Perfume D Habana 500; el extra añejo ron de Habana Club 1519, una producción exclusiva y limitada de 500 botellas; y el café ¡Tierra! La Habana, con una selección de granos de cafetales de la Isla, por la firma italiana Lavazza.

Un patrimonio que debemos preservar  

La Habana tiene una larga historia, con indiscutibles valores patrimoniales que merece preservar. Posee una diversidad morfológica, compuesta por edificaciones de valor histórico y monumental, con un halo de misterio y especial identidad. 

La tradicional ceremonia de dar tres vueltas a la ceiba emplazada en El Templete, donde cientos de habaneros aguardaron, pese a las inclemencias del tiempo, para pedir sus deseos. Foto: Joyme Cuan

Conozca que al fundarse sólo era una improvisada plaza, una rústica iglesia y unas cuantas chozas para vivir. En 1556 el Rey de España declaró a la villa, puerto de escala principal entre la metrópoli y sus posesiones americanas, y ordenó su fortificación para protegerla de los ataques de corsarios y piratas. En 1592 alcanzó el título de ciudad y en 1692 capital del país.

Durante los siglos XVI y XVII construyeron obras para la defensa, a ambos lados del acceso a la bahía y a lo largo del litoral norte, y una muralla que rodeaba el recinto urbanizado, que culminó en 1740.

En 1762 los ingleses invadieron la ciudad, y permaneció ocupada durante 11 meses hasta que fue canjeada por las posesiones españolas en La Florida. Por eso se construyeron nuevas fortalezas: La Cabaña, El Príncipe y Atarés.

No podemos dejar de mencionar el período en que gobernó el general Miguel Tacón, entre 1834 y 1838, el cual fue de vital importancia para la ciudad desde el punto de vista arquitectónico y urbanístico, pues construyeron paseos, avenidas ornamentadas con fuentes y esculturas, rotularon y pavimentaron las calles con un nuevo sistema, entre otras obras.

En el siglo XIX surgieron nuevos barrios, donde construyeron espaciosas villas, como el Cerro, con las llamadas casas-quintas al estilo neoclásico que caracterizó la arquitectura de ese siglo. Luego fundaron El Carmelo y El Vedado, territorios que aportaron significativos adelantos urbanísticos a la ciudad. Paralelo a esto, afloran otros más pobres, como Centro Habana, Luyanó y Regla en los cuales se concentró la población obrera.

En 1902 se instauró la República, período en el que ocurrió una explosión urbana que configuró casi todo el territorio de la capital. Al finalizar la década del 20 se desarrolló el estilo Art Déco, que coexistió durante dos décadas con las construcciones de tendencia ecléctica. Se construyeron majestuosos palacetes y el monumental Capitolio. En la primera mitad de la década del 30 surgieron otras edificaciones con igual estilo.

A partir de los años 40 las nuevas obras se despojan de elementos decorativos, los adornos se simplifican y se concentran en columnas, fachadas o balcones. La década del 50 fue el momento de mayor esplendor de su arquitectura moderna, en la cual se conjugaron los postulados internacionales con la búsqueda en las raíces de nuestra cultura arquitectónica. El desarrollo urbanístico logrado hasta ese momento definió casi toda la arquitectura de la ciudad.

Después del triunfo revolucionario el 1 de enero de 1959, ocurrieron importantes transformaciones económicas, políticas y sociales. A partir de esta etapa la urbanización se orientó hacia construcciones que implicaran un menor costo, con el fin de tratar de resolver la necesidad de vivienda de la población, lo cual atentó contra la estética.

Luego hubo un marcado incremento en cuanto al desarrollo científico y cultural. Construyeron obras dirigidas fundamentalmente al turismo, cultura, investigación científica, biotecnología, salud y educación, con una arquitectura mucho mejor diseñada y orientada a su función social, que implicaron reconocidos logros para el país, con innegables períodos de altas y bajas en el desarrollo socioeconómico.

A pesar de todas las dificultades, en los últimos tiempos se ha trabajado tenazmente por recuperar a La Habana, con obras de mayor belleza y calidad, que benefician todos los sectores de la sociedad. En paralelo han recuperado viviendas e incrementado el fondo habitacional, pero aún no es suficiente. Por eso reflexionemos sobre estas sabias palabras dichas por Eusebio Leal, en ocasión del 490 aniversario de la ciudad: 

“Como suele pasar en las celebraciones o en los cumpleaños, hay dos tipos de personas, los que se acuerdan solo de ese día y los que se acuerdan de todos los días; nosotros somos guardianes del patrimonio cultural, esa es nuestra tarea, de un patrimonio material e inmaterial, que es de hueso, piedra y también espíritu, para eso trabajamos todos los días”.  

Foto: Gabriel Valdés Valdés

No podemos conformarnos con las grandes obras que se han hecho hasta ahora para celebrar sus cinco siglos de existencia. No nos quepa duda que aún falta un largo recorrido para llegar hasta cada uno de sus rincones. Deben seguir invirtiéndose recursos y esfuerzos sin perder el impulso y la pasión, no podemos detener nuestros pasos, es tiempo de seguir adelante, por amor a La Habana. 

Foto: Tribuna de La Habana

Referencias: 

Cuidemos lo que la nación hace. Por Eusebio Leal. Sitio web de Habana Radio

La Habana, orgullo nacional. Por Eusebio Leal, en Habana Radio 

Amar la ciudad: la verdadera razón de un homenaje. Por Eusebio Leal, en Habana Radio

Guía Turística de la Arquitectura de La Habana 

- Oda a La Habana con Roberto Fernández Retamar. Por Magda Resik (2007)

- La Habana vista por un turista cubano. Por Miralys Sánchez Pupo (2012)

- La Habana hecha canción. Tribuna de La Habana (2018)