Gonzalo Villazán Marrero guarda con celo un recuerdo que no por haberlo vivido en tiempos pasados, le resulta lejano. Ocurrió en 1960. Trabajaba entonces en un taller de la habanera calle de los Cuatro Caminos, justo al lado del cine homónimo, donde reparaban y producían básculas y balanzas para el pesaje.

Aquella mañana, como cada día, estaba absorto en su faena ante el torno, y un compañero le anuncia eufórico la llegada del Che.

“Qué Che ni que… le dije con una palabrota. Cuando me viré ya estaba a mis espaldas, por poco me derrito. Enseguida me disculpé.

“No te preocupes, eres cubano y así hablan ustedes”, dijo el argentino, al tiempo que estrechaba la mano de Gonzalo, quien sintió, en segundos, cómo el alma le volvía al cuerpo. Inmediatamente, las preguntas no se hicieron esperar.

“Aquello era un espacio bastante pequeño, con una barbacoa de madera en muy mal estado. Se lo mostré, e indagó por el tiempo que llevábamos allí, en mi caso desde 1954, cuando era un taller particular, cuyo dueño abandonó el país al triunfo de la Revolución.

“Bueno… y qué les hace falta”, indagó el Che, y se le detallaron las necesidades, pero insistí en que lo imprescindible era disponer de un local y un transporte. Al poco tiempo apareció con un camión taller. En aquella ápoca era una maravilla, dotado de todas las herramientas habidas y por hacer: tornos, equipos de soldar, planta eléctrica capaz de generar electricidad independientemente, y todo el herramental necesario para ir a prestar el servicio en cualquier sitio. 

Foto: Alexander Estevez

“Lo paqueamos al lado del cine. A la semana, aproximadamente, nos vuelve a sorprender con su presencia, para comprobar qué uso le estábamos dando. Se le explica que no teníamos ni dónde resguardarlo y ni siquiera un chofer que lo manejara. Es entonces cuando nos entregan un local en las calles Concha y Villanueva, del municipio Diez de octubre.

La génesis de la Empresa de Fabricación y Servicios a Instrumentos de Pesar –Pexac- está en aquel espacio donde el jubilado Villazán Marrero y otros compañeros, experimentaron el privilegio de protagonizar el despegue y desarrollo de tan importante actividad fomentada por el Comandante Ernesto Che Guevara en los inicios de la década de los años 60, desde su cargo de ministro de Industria.

Compartir experiencias y anécdotas durante un encuentro intergeneracional a propósito de los 55 años de fundada, figuró entre los momentos para evocar la creación de la entidad líder en Cuba que repara, calibra, moderniza, fabrica y comercializa instrumentos de pesar de tipo industrial y comercial, de cara a toda la economía nacional.

Foto: Alejandro Sánchez

Muy acertada la iniciativa de que los más jóvenes se acercaran a vivencias que no pueden ser olvidadas, como las del primer director, Alfonso Fernández Falcón, y las de Ángel Caballero, al frente del área técnica productiva; o que también aquilataran cómo se iniciaron muchos compañeros, asumiendo las tareas menos atractivas. Es el caso de José Hernández y Vicente Arencibia, quienes comprendieron la importancia de superarse para contribuir a una actividad con impacto decisivo en programas económicos y sociales de amplio alcance.

Pexac tiene entre los principales clientes el Ministerio de Comercio Interior, la agricultura con los programas de arroz, pienso, silo y granos; encargos para la terminal de contenedores de Mariel, los destinados a la Salud Pública, por ejemplo, las pesas para neonatos, por citar algunos.

Precisa y necesaria. Así define a esta empresa del Grupo Gelec, del Ministerio de Industrias, su directora general, Laura Hernández Baquero, quien resalta el compromiso de preservar el objeto social por el cual fue creada, y la confianza en un personal altamente calificado, que rige sus procesos según normas internacionales.