Hace poco esperando una guagua en la parada que está frente al Ministerio de Comunicaciones, un espectáculo desagradable a la vista de todos me puso los pelos de punta: reguero de cucuruchos de maní y de rositas de maíz ensuciaban la acera y los alrededores del parque ubicado allí, recién remozado, y donde se inaugu-ró un apeadero moderno, elegante, dedicado al Aniversario 500 de nuestra ciudad. 

Varias papeleras, repletas y desbordadas, deslucían aún más el sitio, y así igualmente estaban las del resto del área “verde” de tan céntrica y concurrida intersección habanera. La escena la completaban la vendedora de maní, solo interesada en vender, y los compradores tirando al suelo el envase, sin asomo de dolor por ensuciar un espacio de todos.

¡¡¡Qué horror!!!, dije en alta voz, e hice notar a quienes bota-ban sin piedad sus cucuruchos que no debían hacerlo por el bien de la urbe. Me miraron (mejor no escribir cómo). Alguno comentó que no había donde echarlo, y señaló hacia los cestos. Se notaba que hacía falta recoger la basura. Evidentemente no se había limpiado el lugar en varios días, pero si se le suma la indisciplina y la desidia de la gente, a dónde irían a parar la belleza, las buenas costumbres… indispensables para la convivencia.

A lo feo, como decía Teresita Fernández, hay que ponerle un poco de amor. Y más... hay que poner multas, y pedirles a los vendedores que multipliquen el mensaje de dónde hay que poner el cucurucho... en nuestra cartera incluso si estuviera llena la papelera, frase que hasta rima tiene, y pudiera convertirse en un pregón de nuevo tipo.

Todos sabemos que no basta con papeleras y contenedores. Estando vacíos se sigue tirando al piso lo mismo una lata de refresco, que cualquier desperdicio, como si nuestro entorno fuera un basurero gigante. 

Foto: Joyme Cuan

Si este parque –pensé– estuviera en Holguín, Cienfuegos, Bejucal, Santiago de Cuba, Pinar... Viena, Tokio, Kiev, Madrid… ¡Oh! Por qué La Habana no luce igual. ¿Por qué no recogen la basura, por la indisciplina, porque a quienes viven aquí no les importa la ciudad? ¿Bastarán esos nuevos camiones de recolección de desechos urbanos, venidos de Austria y Japón, para mantener la ciudad limpia? Seguiría haciendo preguntas, pero aquí las dejo para continuar pensando entre todos. ¡Ay, mi bella Habana!