“La juventud ha de ir a lo que nace, a crear, (…) y no estarse pegada a las faldas de la ciudad como niñotes que no quieren dejarle a la madre el seno”
José Martí.
El ardiente sol aún abraza las espaldas de niños y jóvenes mientras salen entre las olas del mar para juguetear en las doradas arenas. Edificios, farolas y aceras vibran todavía al compás de los guaracheros repitiendo el paso ligero de las comparsas. Desde el Malecón hasta el Barrio Chino o el Bulevar se agita el corazón de la ciudad pidiendo reenganche para el corto jolgorio. Todo el asfalto huele a sal y resplandece la viva imagen de la temporada estival.
Abuelos, padres e hijos de la Ciudad Maravilla despiertan cada vez más temprano anunciando el fin del verano, preparándose para cambiar trajes de baño por pañoletas y excursiones por tareas. Regresará la curiosidad que letras y números causan a las jóvenes mentes de los que se aventuran a continuar aprendiendo. También aumenta la inquietud sobre la obra que no ha sido terminada en tiempo y lugar. Así crayolas y cuadernos describirán las próximas jornadas en las que nuevos caminos se labran para todos por igual.
No caben las palabras que desalienten el paso de las multitudes que todavía disfrutan de los rayos de sol. Hay que darlo todo para que los próximos meses no sean en vano y cumplan su función, continuando el natural curso. Vivamos en las palabras que hoy hago propias para desmontar el mito y sanar la idea original de los hombres que hoy son historia.