En la Habana Vieja, justo al inicio de la Alameda de Paula, se adentra en la bahía el Paseo Marítimo Flotante, espacio devenido en punto de encuentro y esparcimiento para no pocos.
A un lado, el Antiguo Almacén del Tabaco y la Madera, al otro, el Emboque de Luz y, al centro, una de las instalaciones más peculiares del paisaje habanero. Con uno de sus proyectistas, el arquitecto Orlando Inclán, conversó Tribuna de La Habana.

¿Cómo surgió la idea de establecer aquí un paseo con estas características?
–En el año 2009, la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC) realizó una propuesta de rediseño urbano que pretendía ofrecer continuidad a la línea de mar que viene en forma de malecón desde La Chorrera y en la cual, a partir de la Plaza de Armas, con el Muelle de Caballería, su gran acera comienza a estrecharse y la relación con el mar se interrumpe constantemente.
Para ello, surge la idea de intervenir los antiguos Espigones del Estado, conocidos como Margarito I, II y III, y usarlos como paseos marítimos. Su desmontaje fue de los primeros indicios de la salida del puerto comercial de La Habana hacia el Mariel y es de este proyecto del que nace el Paseo Marítimo Flotante inaugurado en 2014, en un intento de reconciliar a los habaneros con su bahía.
El pésimo estado técnico en que se encontraban estos espigones devino en una obra constructiva que resultó verdaderamente costosa para la oficina pues incluyó el desmontaje, demolición y la recogida de todo el escombro generado.
¿Cuáles fueron los materiales utilizados para su construcción?
–Para su construcción, fueron utilizados módulos flotantes, fácilmente desmontables, anclados al fondo del mar con pequeños dados de hormigón. Este tipo de estructura se usa en prácticamente todas las instalaciones marítimas, pues son poco invasivas y, por tanto, amigables con el Medio Ambiente.
Al ser flotantes, los módulos asimilan la diferencia de marea, que en nuestra bahía son de 40 a 60 cm y, aunque este es un puerto de carenas, bastante protegido de eventos meteorológicos, en caso de ser necesario por la ocurrencia de alguno de estos, también es muy fácil desmontar toda la estructura.
Para la parte transitable se utilizaron tablones hechos de una madera artificial elaborada con un aglomerado de aserrín y resinas. Este es un material muy resistente a la intemperie y que gana en dureza a medida que aumenta su exposición al sol y al salitre. Fue creado en los Estados Unidos, pero el que se utilizó en el Muelle fue fabricado en Cuba y de hecho, fue una de las primeras obras en las que utilizó en el país.

El paseo ha devenido en espacio de frecuente afluencia, ¿se esperaba fuera tan así al momento de su diseño?
–El muelle no está terminado. Todavía falta colocar el mobiliario urbano; entiéndase bancos, papeleras, elementos de sombra y se había pensado incluso en la posibilidad de instalar dispensadores de refresco, por ejemplo, de tal manera que pudiera redondearse una experiencia de paseo, donde uno de los principales valores es el mar al alcance, la vista de la bahía, la brisa y la ciudad.
Aun así, los desarrolladores del proyecto estamos muy contentos porque el muelle es un espacio usado mucho por niños, adolescentes y personas mayores para hacer ejercicios, pescar, enamorarse, y es sobre todo frecuentado por los vecinos de San Isidro, la zona del centro histórico con mayor déficit de espacios públicos y esta intensidad, lo connota de sentido de pertenencia.
¿Cuáles considera sean las principales causas del deterioro que ostentan algunos de sus tablones?

–Luego del montaje inicial, se repusieron muchos de los tablones porque el primer lote no alcanzó la calidad requerida, pero el segundo sí. Así que estaríamos hablando de dos factores fundamentales: el deterioro del material en ese lote inicial y la mano de algunos de sus asiduos visitantes.
Ante un caso como este no me gustaría usar la palabra “indisciplina” porque podemos pensar un lugar para ser usado de una manera, pero la práctica siempre es mucho más rica y diversa que el proyecto inicial de un arquitecto, un urbanista, un diseñador o un ingeniero.
Es importante entender que las personas hacen suyos los lugares, a través de la incorporación de sus experiencias, y eso los singulariza y carga de significados. Sin embargo, es imprescindible recordar la necesidad de conservar lo logrado a través de intervenciones en espacios públicos, y no solo porque hayan implicado el esfuerzo de las instituciones, sino porque estos deben entenderse como espacios ganados para la ciudad y en ese sentido debemos también asumirlos como propios. Aunque las personas no hayan participado directamente, ahí también están sus esfuerzos, su energía, su dinero y sus sueños.
¿Existe un plan de mantenimiento diseñado especialmente para esta obra?
–No pudiéramos hablar ahora de un plan de mantenimiento, en propiedad, para el Paseo Marítimo Flotante, pero la Oficina no inaugura algo y lo deja a la buena de Dios. Sí existe una conciencia sobre mantenimiento en la OHC que se evidencia en las revisiones cada tres o cuatro años de cada uno de los edificios que se han puesto en valor, a funcionar, y este es un espacio que ya necesita de una revisión.
Ciertamente es ya necesario ofrecer mantenimiento a una obra en explotación por casi 5 años de manera intensa, incluso algunas de las barandas que se pensaron en acero inoxidable para evitar la corrosión, necesitan ser atendidas, pero todavía es posible revertir el estado de deterioro pues no son tantos los fragmentos faltantes.
Además, ya existen ideas de usar la bahía como escenario natural para festejos por el aniversario 500 de la Villa de San Cristóbal y ese será un lindo lugar, uno de esos palcos primeros para disfrutar cualquier actividad que pudiera celebrarse.
Con el mayor respeto que se merece el arquitecto Orlando Inclán, no estoy de acuerdo con él, respecto al tema del mantenimiento del mulle flotante, no entiendo por qué no tiene un plan de Mtto. desde su Inauguración, en mi criterio comenzó mal, todo lo que construyamos debe tener su plan de Mtto desde el mismo inicio y cumplirlo además por supuesto, con eso evitaríamos males mayores.
En la noche del 15 de septiembre de 2019 decidí salir a dar un paseo con mi esposa y mi hijo de 3 años de edad ya desde hace algún tiempo teníamos en mente visitar el paseo marítimo de la Habana el cual parecía un sitio muy atractivo y seguro ya que es una obra construida hace pocos años y cual fue mi sorpresa al ver que mi hijo de tan solo 3 añitos estaba parado a solo 1 metro de lo que pudiera ser la peor desgracia de mi vida justo frente a él un enorme hueco que cabía un niño perfectamente justamente en una de las entradas al sitio. Me acerqué y encendí la luz de mi teléfono para ver que había debajo de aquel hueco y me quedé pasmado ¡era el agua de la bahía! no podía creerlo el solo hecho de imaginar que alguien se distrajera apenas unos segundos y que pudiera ocurrir una desgracia de tal magnitud pero lo que me dejó más perplejo aún es que cuando decidí hacer la denuncia creyendo que la rotura había sido reciente me di cuenta que ya otras personas habían informado de este asunto hace alrededor de un mes. Incluso se entrevistó al arquitecto para saber cuáles eran las causas del deterioro. Mis interrogantes son las siguientes : acaso tenemos que esperar a que suceda una desgracia para solucionar el problema? Acaso las personas encargadas de este lugar no tienen una gota de conciencia? O habrá que escribirle directamente a nuestro presidente para que la información llegue a su destino. Es una pena que situaciones como estas den al traste con un mal mayor cuando pueden evitarse con unos simples tablones de madera o cualquier material a fin de cuentas es más importante la vida humana que la estética del lugar. En espera de una repuesta atentamente. Henry Corrales