
Hace más de un año que entrevisté a Alejandro Ferrás uno de los tres hermanos asaltantes al cuartel Moncada, tíos de mi papá. Me gustaría compartir con ustedes lo que conversamos en aquella ocasión, en la que resultó abrumadoramente conmovedor escuchar una parte de nuestra historia contada por uno de sus protagonistas.
Los hermanos Alejandro, Antonio y Armelio, nacidos en Gibara, en la actual provincia de Holguín, participaron en el asalto al Cuartel Moncada junto a Fidel. Alejandro, el mayor de los tres y el único que aun vive, nació el 12 de diciembre de 1921. Los hijos de Carmen Pellicer y del luchador mambí Juan Ferrás González, provienen de una familia opositora a la tiranía de Machado y colaboradores de la Joven Cuba de Antonio Guiteras.
Se trasladaron para La Habana a principios de la década del 40, en busca de mejores opciones. Simpatizaban con el Partido Ortodoxo pero después del golpe de Estado de Batista el 10 de marzo de 1952 quedaron desorientados por la falta de acción de sus dirigentes. De esa época cuenta Alejandro: “Queríamos luchar pero necesitábamos un líder y no lo encontrábamos. Entonces conversamos con nuestro amigo Ángel Pla que nos dijo: Yo conozco a un joven abogado que sí es un líder, y así nos contactó con Fidel”.
Cuando conocieron a Fidel
A pesar de sus 96 años, Alejandro conserva una memoria prodigiosa, pues recuerda su primer encuentro con Fidel como si lo hubiera vivido recientemente: “Angelito lo trajo una noche a la imprenta donde trabajaba Antonio. Cuando llegó fuimos para una barbacoa en la que había una mesa preparada con un juego de dominó por si nos sorprendían. Le dije, quiero que nos expliques cuál es tu programa, qué tienes pensado hacer. Cuando terminó de hablar le comenté, ese programa es el de Guiteras, no sé si lo conociste, pero quiero que sepas que estamos dispuestos a unirnos contigo en esta lucha”.
A partir de ese momento comenzaron varias sesiones de entrenamiento: “primero fueron en la Universidad de La Habana, pero tuvimos algunas dificultades y Fidel nos llevó para el campo, en las afueras de la capital. Un día nos llamó a la oficina de Abel Santamaría, y nos dijo, tenemos que salir digan en su casa que van a Varadero, por lo que no pude decirle a mi mujer para donde iba”, asegura Alejandro.
Asalto al Cuartel Moncada
Fidel citó el 24 de julio a los hermanos Ferrás. Armelio fue en un carro, y Antonio y Alejandro en otro. Al día siguiente se reencontraron por la noche en la granjita Siboney. Llegó Fidel, quien dio las orientaciones y las armas y les dijo: estas armas no son para matar soldados solo dispararemos si es necesario. Luego les entregaron los uniformes: “Me di cuenta que debía quedarme con la ropa de civil debajo del uniforme y así se lo recomendé a los demás, esto fue muy útil después”, manifiesta Alejandro.
En la mañana del 26 de julio partieron hacia el Moncada para combatir, pero al no ocurrir los hechos según lo previsto, Fidel dio la orden de retirada. Luego los hermanos se reunieron en casa de una prima, cuyo esposo les dio 75 pesos y les buscó un carro para que los sacara de la ciudad. Cuenta Alejandro que se dirigían hacia Holguín, pero antes pasaron por Bayamo, donde los detuvo un guardia y les pregunta: ¿De dónde son ustedes? ¿Qué hacen aquí? Los hermanos dijeron que eran de Gibara y que venían de los carnavales.
Entonces los registra y encuentra un Diploma de la Logia Unión Fraternal de Gibara Masónica que Alejandro llevaba consigo, “en ese momento el guardia me hace el saludo masónico, y les dice, sigan que no hay ningún problema”. Por fin llegaron a Holguín, donde retornaron en una guagua para La Habana.
La lucha clandestina
Los Ferrás continuaron la lucha contra la tiranía en la clandestinidad. Militaron en el Movimiento 26 de Julio, pero Alejandro y Armelio fueron delatados por uno del grupo, por lo que tuvieron que exiliarse para New Jersey un año antes del triunfo. Allí se reunían algunos cubanos del movimiento, quienes recaudaban dinero para contribuir a la lucha. Meses más tarde Armelio regresó para Cuba y se fue a vivir para Colón, Matanzas, donde trabajó y fue muy querido por ese pueblo hasta el final de su vida. Antonio combatió en Girón y en Angola.
Al triunfar la revolución el 1ro de enero de 1959, Alejandro retornó a la patria de lo cual rememora: “Llegué a La Habana dos días antes de la entrada de Fidel, y fuimos todos a esperarlo y saludarlo. Años más tarde nos volvimos a reunir y recordamos aquel día del asalto, fue la última vez que lo vi tan cerca”.
El Sitial del Moncada

En un antiguo solar yermo ubicado en Marqués González No. 209 entre San Miguel y Neptuno, municipio de Centro Habana, Alejandro construyó desde hace años, con la cooperación de amigos y muchachos de la comunidad, un rincón para la historia nacional donde guarda apreciados recuerdos del Moncada.
En un mural aparecen reflejados el Cuartel Moncada de Santiago de Cuba y el Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo. También fotos de algunos asaltantes y en una discreta pared están los reconocimientos recibidos a lo largo de su vida.
Lamentablemente el paso del tiempo y la falta de mantenimiento han afectado este sitio histórico, por lo que necesita una urgente restauración. Alejandro no reclama ayuda alguna, pero en el fondo estoy segura que apreciaría mucho recuperar el Sitial del Moncada, donde intenta evocar una parte trascendental de su historia, que es también la mía, la suya, la nuestra.



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