Alcanzar la felicidad es uno de los mayores anhelos del ser humano. Pero, ¿qué es la felicidad? Resulta difícil definirla, se dice que es una condición interna de satisfacción y alegría; un estado de ánimo que se origina en una persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada, lo cual propicia paz interior, un enfoque positivo del medio, al mismo tiempo que estimula a conquistar nuevas metas.
A fin de reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno, la Asamblea General de Naciones Unidas, decretó el 20 de marzo como Día Internacional de la Felicidad.
La mayoría de las personas aspiran a vivir una vida feliz y plena, libre de temores y necesidades. Pero el bienestar material básico es difícil de alcanzar pues muchos viven en la pobreza extrema, o están expuestos a la amenaza constante de las crisis socioeconómicas, las guerras, la violencia, la delincuencia, la degradación del medio ambiente y los peligros cada vez mayores debido al cambio climático.
En 2015, las Naciones Unidas plantearon los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que pretenden poner fin a la pobreza, reducir la desigualdad y proteger nuestro planeta, tres aspectos primordiales que contribuyen a garantizar el bienestar y la felicidad.
Por otra parte, muchos piensan que la felicidad no existe, sólo los momentos felices, y cada cual tiene su propia perspectiva y expectativa. Unos son felices si logran acumular la mayor cantidad de riquezas, a cualquier precio; mientras otros aspiran a tener un trabajo seguro que les permita sustentar a su familia y disfrutar de los placeres de la vida con el fruto de su labor.
Sin embargo, no es menos cierto que independientemente de las condiciones socioeconómicas, políticas, geográficas, edad, religión, sexo, estados físicos o mentales, en el mundo existen personas felices e infelices, quienes mejorarían su condición si asumieran la vida como es en cada momento, viviendo el presente, y no pensando en un pasado que no volverá o en el incierto futuro. Aunque tampoco se trata de ser conformistas, y no tener nuevas aspiraciones y metas, que contribuyan a un mayor bienestar espiritual o material.
Considero que cada persona debe vivir a plenitud cada momento de existencia sin detenerse ante las dificultades. Es preferible lamentarse por cometer algún error, a arrepentirse por lo que no intentamos hacer, mientras no afectemos a los demás. Pues como bien dice una frase de Mark Twain: “Dentro de 20 años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste. Así que suelta amarras, navega lejos de puertos seguros, coge los vientos alisios. Explora. Sueña. Descubre”. Y en esa búsqueda, viviremos momentos felices e infelices. Porque esa es la vida, una suma de instantes buenos y malos, pero únicos e irrepetibles, por eso debemos aprovecharlos al máximo.