Foto: Roly Montalván

Sonríe y me responde con lo que a todas luces es una exageración. “He dado más trapo y untado más grasa que un limpiabotas y un mecánico, profesionales”. Se llama David Jiménez Rodríguez, hace seis meses fue llamado al Servicio Militar General, y muy a su modo trata de explicarme el rigor y la responsabilidad con la cual él y sus compañeros de fila asumen la tarea que les ocupa por estos días.

Y es que desde hace poco más de un mes la gran unidad militar, del Ejército Occidental, a la cual pertenece y todas las otras de la Región Militar (RM) Habana y el resto de las subordinadas al Mando (RsMs de Artemisa, Mayabeque, Pinar del Río e Isla de la Juventud) ultiman detalles para garantizar un desarrollo exitoso del Año de Preparación para la Defensa, 2019, a iniciarse este primero de febrero, en el caso de este cuerpo armado.

Foto: Roly Montalván

“Es para nosotros la tarea más importante”, argumenta el coronel Argelio Pareta Áreas, jefe del Estado Mayor de la mencionada UM. “Si el enemigo te sabe en condiciones de defenderte y hacerlo bien, lo piensa dos veces para aventurarse con una agresión. Es también la única manera de salir airoso si llegara a atreverse. Y como las amenazas hacia Cuba provienen de un adversario tan poderoso, no puede quedar ni un cabo suelto, cuando de la preparación y el entrenamiento se trate”.

CÓDIGO VERDE OLIVO

Los colectivos militares del EO han vivido jornadas intensas. Prácticamente todo está hecho, pero hay que ir a los detalles, en tanto la calidad y la precisión de ahora serán un factor determinante del éxito cuando manden enseñanza y aprendizaje, la teoría y la práctica, aulas, simuladores, polígonos…

Está a punto de sonar el disparo de arrancada y en la gran unidad de marras, ubicada en las afuera de La Habana, todo es movimiento. Cada quien cumple la misión que le toca. Los soldados, con un jefe al frente, alistan la base material de estudio mayor (aulas, polígonos…) y menor (literatura, maquetas…), y los oficiales-profesores se pone al corriente de las materias a impartir y vuelven sobre formas y métodos, agrupados en concentrado metodológico.

Foto: Roly Montalván

A los primeros le vemos, lo mismo en el polígono de infantería o en los talleres, frente a pancartas, tanques o camiones; de una maqueta, un fusil, una careta o ametralladora. Unas veces, todo anda bien y no es preciso hacer nada; otras, las exigencias mandan sustituir, arreglar, aplicar grasa o apretar una tuerca.

Algunos pudieran pensar que no, mas los muchachos están contentos. Trabajan duro, es verdad, pero es en función de ellos mismos, o lo que es mejor, al decir del propio David Jiménez Rodríguez, “de todos y la libertad que disfrutamos”.

Foto: Roly Montalván

A él, un joven guanabacoense, quien aplazara por un año la continuidad de estudios superiores (Cultura Física), en función de ampliar el espectro de posibilidades con los cuales poder prestar mayores servicios a la nación, llegado el caso, lo que más le gusta de la vida en las FAR, luego de seis meses vistiendo el verde olivo como tirador de ametralladora, son –y me parece lógico- “los simuladores de tiro y las clases de preparación física. A estas alturas, lo único que te puedo decir es que entrenar, hacer vida de campamento, vestir de uniforme…, hermana tanto como subir lomas, no solo al soldado con el soldado, también al recluta con el oficial.

“No me caben dudas, seis meses después del reclutamiento, soy mejor persona, mejor hijo, mejor amigo; estoy mejor preparado para defender a mi país, y ahora mismo vamos por más. Yo, lo agradezco sinceramente. Pronto volveré a la vida civil. Sin embargo, en cualquier circunstancia, me sentiré en condiciones de defender al país, y tendré un arma y una posición para hacerlo”.