La creatividad, empuje y compromiso en los barrios se pondrán a prueba muy pronto. Vuelven los procesos de rendición de cuenta de los delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular a sus electores. Contra viento y marea, o mejor, en medio de un difícil entorno económico interno y externo y los garfios del
bloqueo yanqui demasiado profundos, los cubanos, los capitalinos, están convocados para expresar libremente sus inquietudes y opiniones y, a la vez, hacer propuestas de cómo mejorar situaciones que afectan a la comunidad con recursos locales y el buen hacer colectivo.
Opiniones de quienes nos escriben y escuchadas en el obligado bregar diario evidencian que no todo anda bien en cuadras y circunscripciones. Los problemas tienen varias aristas y nunca es bueno que asumamos
solo posiciones críticas y esperemos que otros sean quienes resuelvan.
Es lógico y racional que en estas asambleas, convocadas del 20 de septiembre al 15 de noviembre próximo, haya intervenciones quejándose de lo que pudo ser y no fue y también que prime el razonamiento. En nuestra opinión, el momento es de hablar en voz alta, no para encontrar justificaciones sino ideas nuevas y retomar experiencias tradicionales que han quedado en el limbo porque falta resolutividad de los
elegidos para liderar.
Una vez más, en estas reuniones tendrán que estar representadas las instancias administrativas y del gobierno local y corresponde a estas últimas garantizar la asistencia de quienes deben dar la cara para responder unos cuantos porqués y decir cómo van a eliminar o reducir al mínimo permisible asuntos insostenibles porque dependen únicamente de actitudes y aptitudes.
Y si queremos que este proceso ande muy lejos de las formalidades tendremos que responder como ciudadanos con asistencia y disciplina. Démosle un voto de confianza al delegado. Ya lo decía en una reciente entrevista el Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Esteban Lazo: “La reunión de rendición de cuenta es un espacio ideal para seguir construyendo nuestro Socialismo desde el barrio, con unidad y participación popular, para sobreponernos juntos a las difi cultades y los desafíos. Es un escenario de diálogo y colaboración; de aporte a la transformación comunitaria en lo material y espiritual, para fortalecer la Revolución desde la patria chica, y también para juntar y amar, como diría nuestro
Apóstol José Martí”.
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