No pudieron Yandi Molina, Adrián Sosa, ni Elder Nodal aguantar el empuje de la caballería verde-amarilla en el cajón de bateo. No pudo el potente rugido de más de 10 mil aficionados inquietos por los graderíos, ni siquiera Marlon, arengando a las masas encima de la banca de tercera pudo evitar que cayeran 14 bombazos sobre la grama y que el partido llegara al final con un preocupante 10-3 brillando en la pizarra a favor de los visitantes.
Mientras William Saavedra y Lázaro Emilio Blanco ponían a viajar pelotas por encima de los colchones de los jardines, siempre con un compañero en las almohadillas; la “magia” de Alfonso Urquiola dejaba sin poderes al “Rey” en su propio terreno del coloso del Cerro durante las tres horas que duró el desafío.
La ofensiva sigue en decadencia. Nueve corredores casi se derritieron en las almohadas sin que apareciera el cohete impulsador mientras el promedio colectivo de bateo descendió hasta los 289, ocupando el octavo lugar entre todos los conjuntos contendientes.
Aún quedan 20 partidos por disputar, pero se puede sentir el sonido de las alarmas a lo lejos. Tres derrotas seguidas pesan, pero aún hay tiempo.

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