Mucho tienen que agradecer los capitalinos la llegada de Yordanis Samón Matamoros al equipo Industriales, ese bateador natural que nació en el poblado del Dorado en la lejana provincia de Granma y que otra vez se ha echado el equipo al hombro en esta Serie Nacional No. 59.

Desde que Víctor Mesa lo convirtió en León hace dos años, el hoy líder en promedio ofensivo del campeonato no ha parado de hacer música con el madero en ristre y hasta el pasado viernes ya tenía compilado 30 bambinazos y 138 remolques con la chamarreta azul de las letras góticas en el pecho.

El novato del año en la temporada de 2003 ha demostrado a lo largo de sus 18 Series Nacionales su valía como pelotero sacando del parque 175 pelotas y empujando para el plato a 1082 compañeros, exhibiendo un excelente average de bateo de 340.

El único industrialista seleccionado entre los mejores peloteros del año pasado en Cuba está próximo a cumplir los 38 años, y como los buenos vinos, el añejo de todos estos años lo mantiene dando lo mejor de sí, para suerte de la exigente fanaticada de la capital.

Siempre halando a la tropa del “Rey” Anglada, a este bombardero que no le gusta ponerse aditamentos protectores en el cajón de bateo, que prescinde de guantillas y que jamás cae en baches psicológicos, amante de la música romántica y del “macho asado”; se ha convertido en un líder para el conjunto por su humildad y por el fuego que desprende de su bate, a toda hora y bajo cualquier circunstancia de juego.

Esta semana, su jonronazo de tres carreras en la misma primera entrada en el doble juego contra los Gallos espirituanos y sus tres cañonazos en el segundo partido, guiaron a los Leones a una doble e importante victoria que puede ser el motor impulsor que levante de una vez y por todas la motivación grupal que tanto necesita el cuerpo de dirección para lograr las aspiraciones clasificatorias.

El resultado que pueda obtener el equipo frente a los Cocodrilos matanceros este fin de semana en la serie particular, mucho dependerá de este guajiro noble que viene del Dorado, convertido ya en pieza clave de la artillería y en hijo ilustre de la capital de todos los cubanos.